“Si no fuera por Cáritas Huelva, mis hijos no estarían aquí”: la dura realidad de las mujeres acogidas en el Proyecto Acompañar
En una entrevista en Herrera en COPE en Huelva, Patricia Outeda, trabajadora social de Cáritas, explica cómo este piso de acogida ofrece una segunda oportunidad a mujeres solas con hijos pequeños

Cáritas Huelva
Huelva - Publicado el
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En un piso discreto de la capital onubense, gestionado por Cáritas Huelva, cuatro mujeres y sus hijos pequeños intentan reconstruir sus vidas. Es el Proyecto Acompañar, un hogar que ofrece refugio, apoyo y esperanza a madres en situación de extrema vulnerabilidad.
“Muchas llegan solas, embarazadas o con bebés de pocos meses. Vienen sin familia, sin papeles, sin idioma… y con mucho miedo”, explicaba Patricia Outeda, trabajadora social de Cáritas, en una entrevista emitida en Herrera en COPE en Huelva.
Un refugio para empezar de nuevo
El proyecto, que nació hace una década impulsado por las Hermanas de la Consolación, fue asumido por Cáritas hace tres años. Desde entonces, se ha convertido en un espacio donde las mujeres pueden detenerse, sanar y volver a empezar.
“El piso tiene capacidad para cuatro familias, y los procesos son largos porque trabajamos cada caso con mucha cercanía. No solo damos un techo, acompañamos en todos los ámbitos: emocional, laboral, educativo y sanitario”, explicó Outeda.
El perfil más habitual son mujeres migrantes, especialmente marroquíes, que llegaron a la provincia para trabajar en el campo y descubrieron su embarazo lejos de casa. “Algunas no pueden volver a su país. En su cultura, ser madre soltera es motivo de rechazo. Muchas han tenido que ocultar su embarazo, otras han sido repudiadas por sus familias”, relató.

Historias de soledad y valentía
Cada historia que llega al piso está marcada por la soledad, pero también por una enorme fuerza interior. Patricia recuerda el caso de una madre de mellizos que, al principio, no creía poder cuidarlos sola.
“Nos decía: ‘No puedo con dos bebés’. Pero aquí encontró apoyo, serenidad y confianza. Hoy siempre repite: ‘Si no fuera por Cáritas, mis hijos no estarían aquí’”.
Otras mujeres llegaron dispuestas a entregar a sus hijos en adopción. “Nosotras no decidimos por ellas, solo acompañamos. Algunas, al ver a sus bebés, cambiaron de opinión y siguieron adelante. Hoy están trabajando y criando solas a sus hijos. Eso es lo más bonito de este trabajo”, afirma emocionada la trabajadora social.
Los niños, en el centro
El interés superior del menor es el eje del proyecto. “No permitimos que un bebé viva en la calle o en un asentamiento. En el piso reciben atención médica, alimentación, escolarización y mucho cariño”, señala Auteda.
El equipo de Cáritas trabaja también la formación y la búsqueda de empleo de las madres, acompañándolas en los trámites de regularización y en su incorporación al mercado laboral. “Lo que más desean es trabajar y dar una vida digna a sus hijos”, explica.
El gran obstáculo: la vivienda
Cuando las mujeres logran estabilizarse y están preparadas para vivir de forma autónoma, el principal problema llega con la vivienda. “Aunque tengan papeles, nómina y ahorros, casi nadie les alquila un piso si tienen hijos pequeños. Es muy injusto”, lamenta Auteda.
Esa falta de oportunidades alarga los procesos y retrasa la acogida de nuevas mujeres que necesitan ayuda. Por eso, Patricia lanza un mensaje directo a la ciudadanía:
“Si alguien tiene una vivienda vacía, puede cambiar la vida de una familia. Cáritas garantiza el buen uso del piso y el acompañamiento constante. A veces, la solidaridad empieza abriendo una puerta”.
Esperanza y segundas oportunidades
A pesar de las dificultades, el Proyecto Acompañar está lleno de historias que acaban bien. “Las primeras cuatro mujeres que atendimos ya viven con sus hijos, con sus casas y trabajos. Verlas salir adelante es la mayor recompensa”, cuenta Patricia con orgullo.
En ese piso de acogida de Cáritas, la vida sigue cada día entre biberones, palabras nuevas en español y sueños de futuro. “Ellas llegan pensando que no podrán salir adelante. Pero lo consiguen. Y cuando las ves marcharse con sus hijos de la mano, sabes que todo el esfuerzo ha merecido la pena”, concluye.



