El banquillo del Granada es un espacio que casi siempre está caracterizado por la inestabilidad. Salvo Fabri que condujo al equipo desde Segunda B a Primera, aunque no pudo completar su tercera temporada, y Diego Martínez que consiguió sumar tres campañas como entrenador, avaladas por un ascenso y la clasificación para competición europea, los técnicos que han dirigido a la primera plantilla se han caracterizado por no disponer de la continuidad necesaria para desarrollar un proyecto estable. Las circunstancias ha impedido este tipo de apuesta.

En los últimos diez años han dirigido al Granada diecinueve entrenadores, uno de ellos en dos períodos, Lucas Alcaraz, y un par, Joseba Aguado y Planagumá, de manera provisional, al proceder del filial. Son demasiados relevos en un puesto de tanta sensibilidad, aunque es una tónica demasiado común en muchos clubes. Las exigencias de resultados inmediatos y la inercia de culpar al entrenador de la mayoría males, provocan este tipo de situaciones, a pesar de que se fácil concluir que la estabilidad es una de las claves para mejorar el rendimiento.

Perfil adecuado

La figura de Paco López se perfila con las características necesarias, como para romper esta inercia y continuar la senda que en su día marcaron Fabri o Diego Martínez. Este último incluso podía haber prolongado su presencia en el club, pero fue decisión suya no hacerlo. Conociendo de cerca el trabajo del valenciano, se comprende el motivo por el que estuvo mas de dos temporadas al frente del Levante.

López es un entrenador que se ha curtido en categorías inferiores, sin los oropeles propios de las estrellas, tanto en su etapa de jugador, como en gran parte de su trayectoria como técnico. Su sencillez no es fingida y responde a un orden natural que el no ha querido quebrar, incluso cuando ha tenido la opción de trabajar en la élite. El actual entrenador del Granada dispone de una de las cualidades fundamentales para desatollar su trabajo: sabe resolver las dificultades que se le plantean. Es capaz de proponer alineaciones y esquemas de juego que suelen dar resultado. Además, durante el partido, ante cualquier adversidad maniobra de tal manera que suele mejor la situación. Su carácter está marcado por dos aspecto: la sinceridad y capacidad para crear en su entorno el ambiente adecuado para desarrollar con éxito su labor.

A los entrenadores los suelen relevar los malos resultados. En el Granada, Paco López está realizando una temporada que todavía mantiene encendida la ilusión del ascenso directo. Bien es cierto que trabaja con una de las mejores plantillas de la categoría y que además ha sido mejorada en el mercado de invierno. Pero aun así, tiene lagunas que el técnico consigue solventar. Tal vez estemos ante el perfil idóneo para un entrenador de largo recorrido, más allá de los resultados.