DEPORTES CÓRDOBA
Diarios de la B. Episodio 8. Don Benito. El Córdoba C.F. apela a su condición de inmortal
La primera victoria a domicilio del equipo llegó en el momento más delicado en lo extradeportivo y provocó la comunión entre plantilla y afición

La afición del Córdoba despide a sus jugadores en Don Benito
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Domingo 1 de diciembre.
10:22. ¿Qué es normal? ¿Qué es lo normal? Llega un autocar a Don Benito. Empieza a llovar suavemente sobre La Serena. Del interior del vehículo salen un grupo de tipos vestidos de chándal y dispuestos a jugar un partido de fútbol. Se han levantado a las seis de la mañana de ese mismo día porque el club tampoco puede pagarles un hotel. Deben cobran por ello, dada su condición de profesionales, pero llevan sin ver un euro desde hace tres meses. Legañas como rodilleras. Cafés por jeringuillas.
10:40. Debajo de la puerta principal del estadio Vicente Sanz y enfrente de una freiduría de pollos llamada Koki se guarecen del chaparrón que arrecia un puñado de sujetos de toda condición, clase, edad y sexo. Nada parece que una a toda esa heterogénea masa salvo los colores que lucen en sus ropajes o en las banderas y bufandas que portan con orgullo. Bueno, claro, salvo eso y el miedo. Ninguno habla de otra cosa. ¿Será éste el último? ¿Qué pasará? ¿Tú sabes algo nuevo? Clusoes y Keyneses. Les llaman aficionados, pero no lo son en puridad. Un aficionado cumple con su deber por estricta pasión. Estos son otra cosa. Funcionarios blanquiverdes sin salario. Barras del escudo. Los leones (perdón) junto a las torres. Los que nunca dejarán de patear sentimentalmente la pelota.
11:01. En la puerta del campo del Don Benito un segurata proclama como un edicto la prohibición de acceder al recinto con paraguas. Llueve más. En realidad, el apartheid paragüístico se ciñe solo a aquellos con punta afilada. La frustración y el enfado aumenta cuando se comprueba que salvo que hubiera amenazado con pasarse por Extremadura Manuel Uriz -el actual campeón de España de lanzamiento de jabalina- ninguno de los presentes sería capaz de superar la distancia que separaba la grada del verde por culpa de la pista de atletismo que rodeaba el 105x70. Un aficionado del Sevilla ya curtido que está aprendiendo a querer al Córdoba escribe una nueva lección en su libro mientras busca qué hacer para no mojarse en aquel campo de La Serena.
11:15. La prensa de Córdoba se apiña en torno a unas minúsculas cabinas. Jesús Ventura monta su particular despacho tumbado y parapetado bajo una mesa de plástico azul. Otros protegen sus valiosos equipos con mimo mientras procuran prepararse para contar lo que va a suceder. Tinta corrida y papel mojado. Todos podrían haberlo visto desde la comodidad de un brasero. Ninguno se arrepentió.
12:54. El delegado del Don Benito levanta el marcador electrónico en el que indica los cambios. Por un lado salen los números, por el otro pone "Pavo", que es el nombre de una tienda deportes local. El Córdoba hace su primer cambio. Sale al campo De las Cuevas y se retira del mismo Xavi Molina. No llovía ya, pero el Córdoba estaba empapado de sustos. Poco después el futbolista local Abraham Pozo golpeó con tanto tino que la pelota hizo algo más bonito que un gol. Sobre todo para el Córdoba. Un palo que en la mayoría de los casos hubiera sido estaca se hizo camilla y salvó el 1-0.
13:36. La charanga de seguidores del Don Benito sigue interpretando temas de hoy y de ayer para mantener la tensión. El partido parece de otras latitudes. De otros estigmas. La pelota llega en ese momento a Imanol García. El interior izquierdo que no es interior centra con su diestra con la convicción del falso "7" que interpreta. Parece un despeje sencillo para Sebas Gil, el portero del Don Benito, pero mientras mira al cielo obvia la presencia de Javi Flores quien -inteligente- impide tanto que agarre el esférico como que su puño impacte de lleno con el balón. Libre de ataduras y más codiciado que en ningún momento del encuentro, el trozo de cuero y plástico bota alto en el castigado césped y queda a disposición de Miguel de las Cuevas. El tiempo queda en suspenso mientras el atacante adecua su cuerpo para medir la potencia de su chut. Ni demasiado fuerte ni demasiado sutil, el golpeo es casi un mimo de su diestra. Y como suele pasar con las cosas hechas con cariño, la acción acaba en gol. De las Cuevas, 201 partidos en Primera y cinco de Champions, corre con los brazos al viento en dirección a donde su encuentra su afición. Se toca el pecho. Donde tiene el escudo. Todo el banquillo se hace piña. Puños cerrados. De las Cuevas se planta delante de sus entregados fieles y les regala unos segundos de protagonismo. En mitad de una pista de atletismo. Equipo y su gente bajo la lluvia que ya no caía.
14:02. En la sala de prensa de Don Benito hay colgada la reproducción de un banderín dedicado por el F.C. Barcelona al Club Deportivo "Balonpie" (sic) Don Benito de 1921. Ese día ganaron los culés en Copa en la misma localidad donde acababa de ganar el Córdoba. Agné, escoltado por esa reliquia, habla con emoción: "es un premio para el cordobesismo", dice. Termina su comparecencia y recuerda con horror las curvas del camino que les espera y que acaban de completar. El mismo que recorrieron los doscientos que les jalearon. El mismo que tendrán que recorrer. Juntos. Hasta donde tengan que llegar. Hasta la eternidad, si se puede. Y luego nos preguntamos: ¿Qué es normal? ¿Qué es lo normal?