¿Por qué la Virgen de los Dolores es conocida como la Señora de Córdoba?
En este Viernes de Dolores te explicamos de dónde procede la devoción de Córdoba a esta advocación de la Virgen María

¿Por qué la Virgen de los Dolores es conocida como la Señora de Córdoba?
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Hoy celebramos el Viernes de Dolores, día en el que son muchos los cordobeses que tienen por tradición acudir a la Plaza de Capuchinos y visitar a la Virgen de los Dolores en la Iglesia de San Jacinto. Pero, ¿por qué es conocida la Virgen de los Dolores como la Señora de Córdoba?
Esta imagen, que cumple tres siglos, siempre ha despertado la devoción de los cordobeses, lo que la convierte en el icono mariano más representativo y por todos reconocido de la ciudad de Córdoba. Tal fue y es, a día de hoy, su impacto devocional dentro de la ciudad que se la conoce como la Señora de Córdoba.
HISTORIA DE LA IMAGEN
Aunque la historia de la Hermandad arranca en los principios del siglo XVIII, cuando se funda en Córdoba la Congregación de Nuestra Señora de los Dolores, como Tercera Orden Servita en 1699, no es hasta el 1 de noviembre de 1717 cuando el Cabildo General de Hermanos acordó la realización de una imagen de la Santísima Virgen, bajo la advocación de los Dolores.
La obra se le encargó al escultor cordobés Juan Prieto, del que sólo sabemos que fue el autor del retablo de la congregación de ermitaños y del San Pedro in cátedra, del retablo mayor de San Francisco. La Hermandad pagó por la imagen 1.053 reales y 8 maravedíes, pero la Junta no quedó satisfecha con las facciones de la misma, motivo por el cual le encargó a Juan Prieto que realizara una nueva cara.
Su rostro transmite una compasión y ternura infinitas, su llorar es profundamente sereno, tan sólo un leve pinzamiento en su entrecejo nos lleva a comprender su punzante dolor. La configuración de la boca y de la barbilla nos hacen pensar en un suspiro de aceptación, que no de resignación de lo que le ha acontecido a su hijo. El dolor de la Señora es profundo, porque es el alma lo que le duele, no es un dolor desesperado, es un dolor asumido. Es la Majestad del Dolor.
Su mirada está perdida en el tiempo, tal vez recordando el instante en que sus maternales brazos acogieron el cuerpo inerte de Jesús y todos los momentos de la pasión volvieron a su mente. En sus ojos solo se refleja el dolor del recuerdo en soledad.

El hito más importante de la imagen tuvo lugar el 9 de mayo de 1965 en que Nuestra Señora de los Dolores, fue coronada canónicamente por el cardenal arzobispo de Sevilla monseñor Bueno Monreal, en virtud del edicto dado en Roma el 20 de octubre de 1964, de su santidad Pablo VI por el que le concedía tan alta distinción.
A los pies de la Santísima Virgen han venido a postrarse a través de los siglos, multitud de personalidades, tanto religiosas, políticas, militares, como civiles, sin olvidarnos de reyes, príncipes, jefes de estado, y personas del mundo de la cultura: escritores, poetas, científicos, cantantes y toreros.
CULTOS A LA VIRGEN
Los cultos fundamentales que se han mantenido a lo largo de estos tres siglos consisten en la celebración del Viernes de Dolores, salida procesional en Semana Santa, septenarios en Cuaresma y en septiembre, que en el día 15 se celebra su fiesta. También se celebró hasta bien entrado el siglo XX la fiesta de San Felipe Benicio, con procesión y función de fuegos artificiales. Además, de generación en generación, se han transmitido diversas prácticas piadosas relacionadas como la Orden de los Siervos de María, como el rezo de la Corona Dolorosa que aún se mantiene.
Si hubiese de destacarse una fecha en torno a esta imagen, ésta no es otra que el Viernes de Dolores. La ciudad de Córdoba vive esta jornada como una gran fiesta en torno a esta dolorosa. La iglesia del Hospital de San Jacinto abre sus puertas de madrugada y hasta bien entrada la noche el entorno de la plaza de Capuchinos es un reguero de fieles que acuden a visitar a la que es considerada como la Señora de Córdoba. Por la mañana se celebra la Fiesta de Regla, siempre presidida por el obispo, y que cuenta con la asistencia de las primeras autoridades locales.