“!Cuántos libros, Dios mío, y qué poco tiempo y a veces qué pocas ganas de leerlos¡” Así comienza el “Prosas apátridas” de Julio Ramón Ribeyro. En tiempos inciertos y de reclusión la lectura puede resultar un alimento imprescindible para aliñar el tiempo. Las librerías no están, de momento, cerradas por el virus maldito, y todavía están a tiempo de buscar un ejemplar -o dos, o tres- con el que sobrevivir durante estas jornadas que nos esperan de confinamiento forzoso. Aquí van unas recomendaciones -personales, claro, y como tal probablemente equivocadas para su particular gusto- por si andan despistados a la hora de decidir sobre qué llevarse a los ojos.

1.-Ventajas de viajar en tren, de Antonio Orejudo (Maxi Tusquets Editores): inquietante y profunda historia en la que la realidad se entremezcla con la ficción y lo onírico se convierte a ratos en un humor negro que hacer sentirse mal a quien se ríe. Fue llevada al cine por Aritz Moreno el año pasado.

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2.-Una lectora nada común, de Alan Bennett (Anagrama): una tierna obra en la que Bennett se imagina a una monarca del Reino Unido culta e inquieta que busca encontrarse a sí mismo en los libros. Es una comedia en la que subyace cierta crítica social por la arrogancia de las altas clases mediante el énfasis de lo trivial.

3.-Desde el jardín, de Jerzy Kosinski (Anagrama): un clásico. La azarosa progresión de Mister Chance, un hombre al que las circunstancias le convierten en un ejemplo a seguir a pesar de su propia voluntad. Terrible, agridulce y divertida sátira de nuestro mundo superficial. El libro que más impresionó en su día a Buñuel y que Peter Sellers inmortalizó con su interpretación en el cine a las órdenes de Hal Ashby.

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4.-Crímenes, de Ferdinand von Schirach (Letras de bolsillo): la ópera primera de von Schirach se llevó en su día el premio Kleist y se convirtió en una pieza imprescindible para los amantes de la novela negra. Schirach, jurista en su país, recopila historias reales en las que brilla su capacidad narrativa que impide soltar el libro. Si eran fans de “Se ha escrito un crimen”, esta es su obra.

5.-Prosas apátridas, de Julio Ramón Ribeyro (Seix Barral): el escritor peruano recopiló en este genial libro piezas que no encontraban acomodo en sus libros. Una especie de autobiografía a cachitos llena de momentos profundos, tiernos y entrañables que atomizados saben mucho mejor. El prólogo es de Fernando Léon de Aranoa.

6.-Grandes borrachos daneses, de Lars Bang Larsen e Ignacio Vidal-Folch (Cuadernos Alfabia): una especie de guía de viaje a Coppenhague que se sale de madre. Una broma irreverente y mayúscula en apenas 111 páginas que se leen entre estupefacto, atónito y descojonado. Cuando se pueda volver a viajar y, si van a Dinamarca, cómprenla.

7.-Filek, de Ignacio Martínez de Pisón (Seix Barral): una de las novelas mejor documentadas que se han escrito… sobre un señor del que apenas se conoce nada de verdad. Filek fue un timador profesional que engañó a Franco haciéndole creer que podía hacerle de oro -a España, en teoría, pero vamos…- mediante un combustible artesanal que en realidad no hacía andar ni a los burros.

8.-Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer, de David Foster Wallace (DeBolsillo): uno de los mejores escritores norteamericanos del siglo XX se embarca en un crucero para arrepentirse en el acto. Una crítica a la cultura de los viajes masivos y absurdos que invita en un cuarenta por ciento a la reflexión y en un sesenta por ciento a la carcajada.

9.-Quinteto de Buenos Aires, de Manuel Vázquez Montalbán (Planeta): como en cualquier libro de Vázquez Montalbán se mezcla el cariño por la forma con una cuidada y elaborada trama que engancha desde el principio. Carvalho se va a Argentina para buscar a un familiar lejano y allí va descubriendo una turbia trama política propia y económica.

10.-13,99 euros, de Frédéric Beigbeder (Anagrama): drogas, sexo, violencia… la vida a toda mecha de un creativo publicitario relatada desde el desengaño. Bukowski, Kerouac o Miller aprobarían el trabajo de este irreverente francés que pone en entredicho las muchas tonterías y falsedad en las que se mueven nuestras pasiones más bajas.

Cualquier elección es injusta, por eso también les digo que no se equivocarían con uno de Eslava Galán, de Enric González, de Vila-Matas, de Eric Vuillard, de Pérez Reverte, de Chaves Nogales… La lista, como el talento y la imaginación del ser humano, es infinita. Aprovechen que el viento les empuja a sus casas para romper las puertas de la realidad con su imaginación. La sociedad y su intelecto se lo agradecerán.