Historia y origen del nombre del Campo de la Verdad cordobés
Ese castizo barrio cordobés fue uno de los arrabales más populosos de la Qurtuba andalusí y posteriormente escenario de una lucha que le dio su nombre

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Córdoba - Publicado el - Actualizado
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El Campo de la Verdad es una de las zonas más castizas y evocadas de la ciudad de Córdoba por su privilegiada situación y las vistas que desde ese lado de la ribera se tienen del casco histórico. Pero ¿cuál es el origen del poético nombre del Campo de la Verdad?
En época de dominio andalusí, esa parte de Qurtuba se llamaba Saqunda. Era uno de los arrabales extramuros más populosos y ocupaba todo el meandro del Guadalquivir. Una revuelta de sus habitantes contra el dominio emiratí en el siglo IX motivó su destrucción primero y posteriormente la prohibición de Alhakén I de que volvieran los asentamientos de población a esa zona. Los habitantes que sobrevivieron a esa matanza fueron expulsados de la ciudad y emigraron a Toledo, Fez y Alejandría.
Desde ese momento y hasta el siglo XII se conoce que existió un cementerio en el Campo de la Verdad. Después, con la conquista de las tropas castellanas el 29 de junio de 1236, Fernando III fundó en este barrio el convento de San Agustín, que posteriormente trasladó a su emplazamiento en 1328 a la calle de Martín Quero.
Pero el suceso que marcó de manera indeleble ese trozo de Córdoba sucedió en 1368. El bastardo Enrique II batallaba con su hermanastro Pedro I, que estaba apoyado por el Rey de Granada, por el trono de Castilla. Explica Francisco Solano en su “Córdoba Insólita” que “al frente de las tropas cordobesas partidarias de Enrique II estaba Alonso Fernández de Montemayor, adelantado mayor de la frontera, del que recelaban algunos envidiosos”. Era tal la desconfianza en su figura que hasta su propia madre -Aldonza López de Haro- salió al encuentro de las tropas en la actual calle Torrijos y le dijo: “Por la leche que mamaste de mis pechos, no entregues la ciudad” y su hijo le contestó: “Señora, al campo vamos y ahí será la verdad”. De ahí el nombre del barrio y también el posterior nombre de la batalla.
Porque hubo una Batalla del Campo de la Verdad en la que, tras cruzar el conocido como Puente Romano, Alonso mandó volar dos arcos para evitar el retorno de posibles desertores. El cronista José María Rey Díaz contó el hecho en verso:
“Cuando llegó Don Alonso
Del largo puente al extremo
Mirando a los cordobeses
Exclamó con voz de trueno:
Que se vuelva a la ciudad
Todo aquel que tenga miedo
Porque esta noche en el campo
O morimos o vencemos
Ni uno solo se volvió
Y Don Alonso, al saberlo
Hizo una señal, sonando
Estallar unos barrenos,
A cuya fuerza quedó
Volado el arco primero”
Al final la victoria fue para el bastardo Enrique II y, en consecuencia, para las tropas cordobesas de Don Alonso. Y menos mal para las cordobesas, porque Pedro I cuentan que había jurado “henchir con tetas de cordobesas el pilar de La Corredera”. Se cree que en el desenlace de la batalla fue decisiva la intervención de los Piconeros ante los caballos enemigos y, por eso, hay una calle en el actual Campo de la Verdad dedicada a la Batalla de Los Piconeros.
Para los vencedores todo fueron parabienes. A Don Alonso Fernández de Montemayor se le permitió ser enterrado en la capilla de San Pedro instalada en el Mihrab de la Mezquita (actualmente su sarcófago austero se puede ver en el Museo de San Clemente). Por todos los que murieron en la batalla doblaron las campanas de la Catedral e incluso el Obispo Andrés Pérez Navarro autorizó a que se doblaran por el fallecimiento de todos los descendientes de los que dirigieron esa lucha. Para ejercerlo es necesario que tres cordobeses lo pidan al Deán bajo juramento. Es lo que se conoce como Privilegio de la Cepa. Y quedan 111 apellidos privilegiados, según el libro “Casos notables de la ciudad de Córdoba”
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