Se necesita sangre en Córdoba ¿Cómo, cuándo y dónde donar?

Experimentamos cómo se vive una donación de este preciado líquido tras el llamamiento hecho por Jesús Aguirre y el Centro de Transfusión de Córdoba

@tonicruzgon

Redacción COPE Córdoba

Córdoba

Tiempo de lectura: 3' Actualizado 13:06

Se necesita sangre. El consejero Jesús Aguirre hizo un llamamiento a los andaluces para que donen ese preciado líquido en unas fechas en las que cuesta más hacerlo. El Centro de Transfusión, Tejidos y Células de Córdoba se encuentra en la calle San Alberto Magno, al lado del Hospital Universitario Reina Sofía.

Pedro Muñoz, que trabaja allí, explica que la necesidad de sangre “es diaria, porque todos los días del año se demanda sangre”. En estos momentos “se necesita sangre de todos los grupos y se puede donar -aparte de en las instalaciones de San Alberto Magno- en la provincia en las localidades que estamos visitando y también en el Centro Cívico Santuario, el Centro Cívico Norte y en Figueroa”. Podemos presumir, porque Córdoba “dona sangre por encima de la media regional y nacional”, sobre todo su provincia: “El 75 por ciento de las donaciones llega de los pueblos de la provincia”. La semana pasada, sin ir más lejos, consiguieron 100 donaciones en Lucena.

Aclara Muñoz que el llamamiento se produce en este momento porque “del 6 al 31 de diciembre baja el número de donaciones por el frío, la gripes, las fiestas y -en los pueblos- por la recogida de la aceituna”. Una cifra a la que, naturalmente, también ha afectado la pandemia. Se requieren entre 120 y 130 donaciones diarias porque la sangre también caduca y, recalca, “el 40 % de la sangre donada va destinada a la oncología”.



Del dicho al hecho

Llego al Centro de Donación un martes a eso de las cinco. En recepción me preguntan, con amabilidad, si es la primera vez. No lo era, pero ni recordaba cuándo había sido la primera. Dos personas hacen cola a esa hora. Todos guarecidos detrás de las preceptivas mascarillas y manteniendo protocolaria distancia. Firmo el documento de autorización antes de sentarme a esperar.

Diez minutos más tarde se escucha mi nombre. Rafaela Gálvez es la especialista que me va a realizar el test previo a la donación. Me explica lo que se ha de cumplir para poder donar: “Tener más de 18 años y pesar más de 50 kilos. Que nadie se autoexcluya”, me insiste, porque en el Centro “se hace un reconocimiento y vemos si aunque tenga alguna enfermedad puede donar -hay enfermedades que contraindican la donación-”.

Recomienda a los futuros donantes Rafaela que si vienen a hacerlo por la mañana, “deben de venir desayunados porque es mucho más ligero que la comida del mediodía”, pero que si el almuerzo es copioso esperen dos horas de digestión.

Gálvez me cuenta que “Córdoba es muy generosa, pero también hay mucha necesidad de sangre”. Un requerimiento que la Covid no ha cambiado: “Con la pandemia las necesidades son las mismas, porque siempre hay enfermos oncológicos, transplantes, cirugía... Las necesidades de los receptores nuestros son las mismas”.

Empieza el test y al margen de las preguntas naturales -si he tenido relaciones sexuales locas en los últimos meses, enfermedades graves o padezco algún mal grave- me interroga sobre si he visitado Gibraltar o ciudades cercanas en las últimas semanas. Por la Cepa británica. Fuengirola no cuenta.

Antes de proceder a la extracción Rocío, otra trabajadora del centro, me explica su trabajo en el laboratorio: “Fraccionamos las bolsas de las extracciones en hematíes, buffy coat (una parte de la plaqueta) y plasma”, porque “es igual de importante el plasma y las plaquetas, que se usan sobre todo en enfermos hematológicos. Todo va en función de las donaciones, así van saliendo los productos”. Las bolsas de color rojo colgadas parecen el fruto de una cosecha recién recogida.

Antes del pinchazo, la última pregunta: “¿Te marea ver sangre?" La aguja no duele nada y, mientras se aprieta y se cierra el puño y la sangre comienza a fluir, en la tele se ve y se comenta el informativo (la nieve, claro). Al cabo de un rato suena una alarma que indica que se ha completado el ordeñe.

Después, toca -muy importante- hidratarse bien y comer algo. En la sala aneja a la de los pinchazos hay un par de neveras con agua, zumos y refrescos y una despensa con algunos aperitivos. Es fundamental esperar un cuarto de hora mínimo antes de retomar la actividad normal para evitar posibles desmayos u otros contratiempos.

Donar es un acto que cuesta poco hacer, pero que contribuye a salvar vidas. En el Centro de Donación se trabaja de lunes a viernes de 8:30 a 21:30 casi ininterrumpidamente -de 14:30 a 15:30 paran para almorzar- y los sábados de 8:30 a 14:30. Estos vampiros del altruismo les atenderán con simpatía y profesionalidad para que no se pierda una gota de ese líquido que, siempre y más ahora, vale como el oro.

Si tienen dudas. Aquí su web: www.donantescordoba.org

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