José María Pou pone en pie al Teatro Bellas Artes con su imponente interpretación de ‘El padre’
¡Mis queridos palomiteros! ‘El Padre’: Señoras, señores, con ustedes el todoterreno José María Pou.
A partir de una sobria y efectista puesta en escena, neutra en colores y de paneles geométricos, trabada con altas puertas correderas en las patas y al foro (Paco Azorín), se desarrolla y se sigue con gran interés El padre, texto del novelista y director de cine francés de 43 años, Florian Zeller, que desde el 6 de marzo se representa en el Teatro Bellas Artes de Madrid. Se trata de una producción del Teatre Romea, gestionada por Pentación Espectáculos que dirige don Jesús Cimarro.
‘El Padre’: Señoras, señores, con ustedes el todoterreno José María Pou
Recordamos que el autor galo debutó en la dirección de cine con The father en 2020, a partir de su libreto -escrito en 2012-, y para ello contó con los oscarizados Anthony Hopkins y Olivia Colman para desempeñar los papeles principales. Tal trabajo le reportó un Oscar al mejor guion adaptado.
En España, El padre se estrenó en 2016 en el Teatro Romea de Barcelona con dirección de José Carlos Plaza y con Héctor Alterio a la cabeza del reparto. Además, Zeller es autor de otros dos grandes textos que pivotan sobre la familia y sus complejidades y que expresan con sencillez la cara menos amable de la mente humana. Nos estamos refiriendo a los monográficos La madre (2010) y El hijo (2018).
En esencia, El padre sigue los pasos de Andrés, un hombre de setenta y seis años, culto, socarrón y terco que está perdiendo la memoria. Pero se resiste a aceptar ningún tipo de ayuda y rechaza a todos los cuidadores que su hija, Ana, intenta contratar. A medida que trata de dar sentido a sus circunstancias cambiantes, Andrés empieza a dudar de sus seres queridos, de su mente e incluso de su propia vivencia de la realidad.
Por su lado, Josep María Mestres (Dakota, 1996), reconocido director catalán, en la versión que se exhibe en el Teatro Bellas Artes de Madrid ha optado por la depuración escénica, de tal manera que solo unas sillas de madera oscuras y sin sofisticación, y una cama de hospital son los elementos de los que se sirve para dar vida al montaje.
Por todo ello claramente estamos ante una maravillosa propuesta teatral y de un gran reto bien defendido, a cuentas de la gran cantidad de montajes que existen sobre El padre. Poderoso y reconfortante ejercicio de bondad de fuerte poder catártico
En esta ocasión ha preferido que el color ayude a encontrar un significado -u otros significados de mayor alcance- desde los personajes. De ahí que la combinación del afinado vestuario (Nina Pawlowsky) apenas tenga contraste y la mayoría de los protagonistas del drama vayan de granate o con varios tonos de azul. Todos prácticamente en liso.
Por otra parte, la dolorosa dramaturgia también se encuentra salpicada por momentos de tintes de sana comedia, que generan en el espectador una inicial confusión. Esta habilidad de Zeller en la escritura facilita que en lugar de asistir en primera persona al deterioro de un personaje que no consigue asumir su dolencia y que con él sufran los que están a su alrededor, cambie el foco de sus personajes y de lo que ellos perciben. De esta manera, se asiste un juego mágico a través del cual “vemos” a través de la mente de Andrés, el protagonista.
El padre, también cuenta con un importante trabajo con la luz (Ignasi Camprodon) y con el sonido (Jordi Bonet) -espacios tan icónicos e imprescindibles de la versión- y con un elenco de actores que funciona (José María Pou, Cecilia Solaguren, Elvira Cuadrupani, Jorge Kent, Alberto Iglesias y Lara Grube), con química entre sus personajes que hacen muy visible la enfermedad del Alzheimer y consiguen lo más importante, a saber, un encuentro con la enfermedad emotivo, sin sensiblería gratuita, de carácter intenso -están muy bien acabados los tramos en la arquitectura dramática de meseta-pico-, que permite que la historia crezca y se convierta en una experiencia imprescindible de ritmo frenético, sin dejar de lado su tono reflexivo.
Don José María Pou, que asume el rol principal, se entrega al papel desde la contención, logra que cuanto dice sea cierto -resulta muy interesante su especial trabajo con el lenguaje del rostro- y vuelve a dar muestra de su excelente oficio de actor.
Por todo ello claramente estamos ante una maravillosa propuesta teatral y de un gran reto bien defendido, a cuentas de la gran cantidad de montajes que existen sobre El padre. Poderoso y reconfortante ejercicio de bondad de fuerte poder catártico.
Por favor, no os perdáis este gran espectáculo que podéis ver en el mencionado Teatro Bellas Artes de Madrid hasta el 28 de abril.
