Perimetrado, controlado o extinguido: descubre qué significan los términos que se utilizan en los incendios
La llegada del periodo estival hace propensa la originación de incendios forestales. Todo el mundo se hace eco, pero pocos son los que hablan con propiedad de estos sucesos

Cerca de 200 efectivos trabajan en el incendio forestal de Caudiel, que continúa activo y sin control
Madrid - Publicado el - Actualizado
5 min lectura
El verano supone un espacio temporal propenso para que este tipo de catastrofes naturales se produzcan dadas las altas temperaturas. Desde el momento en el que un incendio se inicia, tanto desde los propios equipos de extinción como de los medios de comunicación, comienzan a divulgarse una serie de informaciones marcadas por un vocablo especializado. Para el público general dichas palabras ocasionan una confusión dado la falta de entendimiento, lo cual desemboca en un estado de desorden total sobre la situación real existente.
Pese a que este tipo de sucesos deben ser controlados y solventados por equipos especializados, desde la ciudadanía es posible contribuir mediante el conocimiento verídico del problema, para así no tergiversarlo mediante la difusión de desconocimiento y, por consiguiente, del alarmismo. La cantidad de incendios es cada vez más común pero la enseñanza sobre dicha terminología sigue igual de escasa que siempre. De este modo, la necesidad de una guía sobre el vocabulario esencial para poder entender este tipo de conflagraciones en la naturaleza.
La peligrosidad y el tamaño de los incendios se divide en niveles. Pero antes de esto, hay que tener en cuenta que existen unos niveles de alerta en función de la posibilidades de que este se sucede. De este modo, comenzando por el principio, cabe resaltar que una vez se origina se le asume un tipo de nivel de emergencia en función de su estado y su gravedad potencial:
Nivel 0: Esta categorización engloba a aquellos incendios que están en un estado de control por los medios que se han enviado en función del plan de emergencia preparado. Esto último guarda relación directa con las distintas provincias, las cuales, si el incendio se encuentra en este nivel, deben solventarlo con sus propios equipos humanos y materiales.
Nivel 1: Se considera que el fuego tiene esta condición cuando es necesario determinar medidas para ayudar a las personas o sus pertinentes bienes materiales. Es decir, suele darse cuando las llamas llegan a alguna localidad o cualquier tipo de propiedad. En caso de que es este sea menor a una hectaria se habla de conato de incendio.
Nivel 2: Llegados a este punto, los medios provinciales de las anteriores fases ya no son suficientes para controlar el incendio. Por tanto, es necesaria la ayuda de equipos del estado español. Cabe resaltar el papel de la Unidad Militar de Emergencias (UME), los cuales suelen ser los citados en este tipo de situaciones.
Nivel 3: Es el tipo más grave de todos. En estos casos el Ministerio de Interior toma la dirección del asunto ya que requiere de todos los medios existentes en la nación dado que afecta a más de una comunidad autónoma. En caso de llegar a ocupar más de 500 hectareas se habla de gran incendio.
Una vez vista la categorización en función de su estado cabe resaltar que estas obviamente pueden ir variando. De este modo, cabe destacar que existen una serie de grados basado en las estructuras móviles empleadas dada la evolución del mismo:
Grado A: Recoge a aquellos incendios que pueden ser controlados con los medios que hay en la zona donde origina el suceso y con una sola unidad de extinción.
Grado B: La intensidad aumenta y es necesario que la dirección provincial intervenga para mandar más de un equipo de extinción y equipos materiales, pudiendo ser aéreos, de zonas colindantes de la misma provincia.
Grado C: El cargo provincial especializado monta un sistema propio de medio aéreos.
Grado D: Dada la dimensión del incendio, este se divide en partes para repartirlo entre todos los equipos de la propia región y las colindantes que acuden a la ayuda.
Grado E: Al ser de carácter nacional un cargo del mismo nivel toma el control de la situación poniendo tomando todas las cartas posibles para controlar dicha situación.
Asimismo, cabe resaltar que existe una relación directa entre el nivel en el que se encuentra un incendio y el nivel de medios desplegados y utilizados, es decir, de los grados. Puede que hasta ahora la terminología dada sea un poco más inusual, pero todo el mundo ha escuchado alguna vez si un incendio se encuentra perimetrado, estabilizado, controlado o extinguido.
Se habla de perimetrado cuando los equipos de extinción son capaces de realizar una linea que delimite la extensión total de dicho incendio. Aunque pueda parecerlo, nada tiene que ver con cuando escuchamos que esta estabilizado. Esto es así ya que este término se emplea para las situaciones en las que no se requiere un dispositivo mayor al preparado previamente. Una vez dadas las dos anteriores situaciones se da forma a la situación de controlado. Es decir, esta categorización se sucede de la suma de las dos anteriores. Por un lado, el fuego tiene que estar dentro de lo perimetrado y, por el otro, es necesario que se encuentra estabilazado dentro de dicha franja. Por último, la situación final y la deseada es la de que se encuentre extinguido. Se le otorga dicho nombramiento cuando el fuego, tenga o no humo, ya no tiene llamas.
Llegados a este punto es posible situar y categorizar al incendio según su estado y su fuerza. Pero la terminología no acaba aquí y casi en ningún punto dada su alta extensión ya que a cosas con nombre propio se le renombran. Estos son los casos de los bomberos y operarios relacionados los cuales se denominan retenes o el de los terrenos y pastos llamados combustible, entre otros muchos ejemplos. Sin convertir esto en un diccionario, a continuación se ofrece un glosario de término no tan conocidos entre el público genérico pero de gran relevancia:
Pirómano e incendiario: en ambos casos son personas que lo provocan de forma no accidental. La diferencia se haya en que el primero realiza el acto en base a un trastorno que padece mientras que el segundo lo realiza con premeditación y planificado.
En ambos casos hablamos de causas intencionadas dada la creación de su origen. En base a esto, cabe destacar que existen diferentes tipos de causas:
Causas inmediatas: cuando el fuego se produce fruto de un agente natural o de una negligencia humana.
Causas naturales: el origen no guarda ninguna relación con un humano.
Causas por negligencias: se produce en base a descuidos de prácticas humanas. Se presupone que no existe intencionalidad.
Una vez producido y reducido llega el punto en el que se determinan los daños producidos por las llamas. El resultado de este suceso siempre se denomina siniestro cuando el terreno quemado es de carácter forestal.