Vuelve la policía de la moral a Irán

Tan solo diez meses después de la muerte de la joven Mahsa Amini, detenida en septiembre pasado por llevar mal puesto el velo, y de la esperanzadora reacción popular que supuso ese hecho, las autoridades iraníes han anunciado que la Policía de la Moral volverá a patrullar las calles de Irán para controlar la vestimenta de las mujeres y el uso obligatorio del hiyab. La teocracia islámica que gobierna el país desde hace cuarenta años no va a dar un paso atrás. Considera el velo como un pilar de la llamada “revolución islámica” y ve cualquier tipo de atuendo más informal como un indicio de la decadencia occidental que combate. Las protestas masivas no han podido aún doblegar al régimen, que suele responder fortaleciendo su aparato de represión.

Los organismos internacionales denuncian desde hace tiempo que Irán vulnera sistemáticamente los derechos humanos fundamentales, incluso con ejecuciones públicas que siguen mandando un mensaje bien claro hacia adentro. Hacia afuera, Irán también ha dado muestras sobradas de que las sanciones no le importan demasiado. Aun así, la comunidad internacional debería ser mucho más clara y firme para sostener a la población que reclama un cambio profundo asumiendo grandes sacrificios. Es significativo, por ejemplo, que nuestro gobierno haya guardado estos años un vergonzoso silencio sobre lo que ocurría en Irán, mientras abanderaba, supuestamente, la causa del feminismo y de la igualdad.