Como si del famoso cuento "El traje del emperador" se tratara, la sinceridad de Emiliano García Page nos ha mostrado hasta qué punto se queda desnudo el insostenible relato del Gobierno sobre la oposición y sobre Alberto Núñez Feijoo.

En principio, que un presidente autonómico perteneciente al partido que gobierna estime, desde la experiencia personal, que Feijóo es una persona solvente, no debería producir ningún ataque de nervios en La Moncloa. El histórico es aquí, sin embargo, muy importante. Recordemos que en sospechosa coordinación han sido varios los ministros que desde el verano han atacado, incluso con insultos personales, al líder de la oposición.

Los populares siempre han estado fuera del horizonte de posibles acuerdos trazado por Sánchez, mientras que Podemos, ERC y Bildu han encontrado perfecto acomodo. Esas líneas marcadas con indisimulado sectarismo explican bien que cualquier voz que se aparte un ápice de la versión oficial, trate de ser silenciada. Ha vuelto a suceder con Page y volverá a suceder con cualquiera que ose salirse de la foto. Es el talante de un Gobierno que aplica el rodillo dentro y fuera de sus filas, mientras se llena la boca de un impostado pluralismo.