El órdago de Puigdemont

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Que Sánchez depende del prófugo Puigdemont para la continuidad de la legislatura es algo que ya sabíamos antes de las elecciones celebradas ayer en Cataluña. El endiablado tablero poselectoral puede ahondar en esa herida. Esta mañana, Pere Aragonés ha asumido en carne propia el batacazo de ERC y ha presentado su dimisión. Casi al mismo tiempo, Puigdemont ha reforzado el órdago que ya lanzó anoche cuando reclamó un gobierno sólido y de obediencia catalana. Puigdemont se ha postulado directamente para presidir la Generalitat, ha dicho que ya ha iniciado contactos con Esquerra Republicana, que se presentará a la investidura y que ve opciones de lograrla, para lo que ha hecho un llamamiento a las demás fuerzas políticas, de manera que le permitían gobernar, aunque sea en minoría.

El PSC ha salido rápido a decir que no va a ceder a las pretensiones de Puigdemont y ha comparado, arteramente, su situación con la investidura fallida de Feijóo, en la estrategia habitual de presentar como problemas de otros los que son propios. Los socialistas catalanes han dicho literalmente que no van a facilitar la investidura de Puigdemont, aunque amenace con bloquear el Gobierno de la nación. En una situación política normal, esas palabras serían suficientes, pero desgraciadamente sabemos lo dado que es Sánchez a lo que él llama “cambios de opinión”, si las circunstancias lo exigen para mantenerse en el poder. En todo caso, no lo tendría fácil: ni el PSC podría aceptar que se le apartase en favor de Puigdemont, ni semejante jugada sería asumible en el resto de España.

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