Este fin de semana, coincidiendo con el inicio del mes mariano por excelencia, el Papa Francisco ha inaugurado un maratón del rezo del Rosario, al que cada día del mes de mayo, se unirán santuarios de todo el mundo.

Se trata de una iniciativa para encomendar a la Virgen a todas las personas que han sido afectadas por el virus y que siguen sufriendo sus consecuencias, para pedir por los fallecidos y por sus familiares, y de forma particular por tantas personas que siguen en primera línea de batalla y que han prestado su servicio en favor de los demás. En medio de una situación tan compleja y de un tiempo de prueba tan duro como el que estamos viviendo, es indudable que hay también signos del renacer de la vida y que resplandecen testimonios elocuentes de entrega generosa a los demás.

A la mentalidad materialista le cuesta entender el valor de la oración, tiende a contraponerla a la ciencia e incluso a ridiculizarla, pero rezar por alguien es, sin duda, uno de los mayores regalos que los cristianos podemos hacerle a otro. Por eso la iniciativa de oración del Dicasterio para la Nueva Evangelización, que el Papa ha puesto en marcha, tiene tanto valor. Estamos muy necesitados de oración, también para pedir, confiados y sin pudor, por el fin de la pandemia que nos aflige.