LÍNEA EDITORIAL
Corruptio optimi pessima
Nos jugamos mucho en la noble vocación política, aquella que, en palabras del Papa Francisco, se entiende desde la caridad

Corruptio optimi pessima
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Reformulando la popular sentencia latina, podríamos afirmar que lo peor es la corrupción de los que supuestamente deberían ser los mejores. La detención de la vicepresidenta del Parlamento Europeo, la socialdemócrata griega Eva Kailí, involucrada en un caso de corrupción que vincula a Qatar con la Eurocámara, y de otras 3 personas imputadas también por participación en organización criminal, blanqueo de capitales y corrupción, recuerda que no se pueden desgajar vida pública y vida privada, y que no es posible sostener que política y ética no tienen nada que ver entre sí. Si creíamos que imágenes de políticos a la carrera, tratando de huir con 600.000 euros en una bolsa, eran propios de otra época y condición, lo cierto es que no es así. La semilla del mal anida también el corazón humano, y no reconocerlo conlleva un error en el diagnóstico y en las posibles soluciones de casos como estos, que acaban por provocar un movimiento farisaico.
Nos jugamos mucho en la noble vocación política, aquella que, en palabras del Papa Francisco, se entiende desde la caridad. Casos como éste ponen de manifiesto la necesidad de una formación humanística sólida, pero sobre todo de un discernimiento ético en busca del bien común: un movimiento entroncado en la lógica del don que rechace de plano el individualismo asocial y egoísta, que acaba por anegarlo todo y extender injustamente la mancha a toda la clase política, provocando escepticismo y desafección.