¿Es mejor cobrar el Ingreso Mínimo Vital o el subsidio para mayores de 52 años? Esta es la ayuda más beneficiosa
Aunque el Ingreso Mínimo Vital puede tener una cuantía mayor, el subsidio para mayores de 52 años es el único que cotiza para la futura pensión de jubilación
Un hombre pasa por una oficina del SEPE
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Las personas desempleadas que han superado la barrera de los 52 años se enfrentan a menudo a una disyuntiva crucial: optar por el Ingreso Mínimo Vital (IMV) que gestiona la Seguridad Social o solicitar el subsidio para mayores de 52 años del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE). La elección entre ambas ayudas no es trivial, ya que implica valorar no solo la cuantía mensual, sino también las consecuencias a largo plazo, especialmente de cara a la futura pensión de jubilación.
Para tomar la decisión correcta, es fundamental analizar cada prestación. El Ingreso Mínimo Vital es una prestación no contributiva diseñada para unidades de convivencia que carecen de recursos económicos para cubrir sus necesidades básicas. Su principal característica, y a la vez su gran desventaja frente al subsidio, es que no cotiza para ninguna prestación futura, incluida la jubilación. De hecho, uno de los puntos clave del Ingreso Mínimo Vital es que la Seguridad Social puede cambiarlo, pero no genera derechos de cotización.
Por otro lado, el subsidio para mayores de 52 años, a pesar de su naturaleza asistencial, tiene una particularidad que lo convierte en una opción muy valiosa. Es el único subsidio por desempleo que cotiza para la pensión de jubilación, y lo hace por una base equivalente al 125% de la base mínima de cotización vigente. Para acceder a él, el SEPE exige haber cotizado al menos 15 años para la jubilación (dos de ellos en los últimos 15 años) y tener un mínimo de 6 años de cotizaciones por desempleo a lo largo de la vida laboral.
La cotización, clave para la jubilación
Al analizar ambas ayudas, la balanza se inclina mayoritariamente hacia el subsidio. Cobrar la ayuda del SEPE es, en casi todos los escenarios, más beneficioso a largo plazo. La razón principal es que, al cotizar a la Seguridad Social, se evita que la base reguladora de la futura pensión de jubilación disminuya durante los años previos al retiro, un periodo crítico para el cálculo de la prestación. Es un regalo de la Seguridad Social si tienes más de 52 años y cumples los requisitos.
Por el contrario, quienes perciben únicamente el Ingreso Mínimo Vital no suman nuevas cotizaciones, lo que puede perjudicar gravemente el cálculo final de su pensión. Además, el subsidio ofrece una protección social adicional. Si un beneficiario encuentra un trabajo y posteriormente vuelve a quedar en paro, puede reanudar el cobro de la prestación por desempleo, ya que se mantiene como demandante de empleo y su cotización sigue activa en el sistema. Hay que estar atento al aviso del SEPE a los nacidos en 1973, ya que son los últimos meses para beneficiarse de la ayuda antes de que desaparezca.
Diferencias en la cuantía
En cuanto al importe mensual, sí existen diferencias notables. El subsidio para mayores de 52 años tiene una cuantía fija, establecida en el 80% del Indicador Público de Renta de Efectos Múltiples (IPREM), lo que se traduce en 480 euros al mes. Por su parte, la cuantía del IMV es variable, ya que corresponde a la diferencia entre los ingresos de la unidad familiar y el umbral de renta garantizado por la ley para ese hogar. Esto significa que, en algunos casos, el IMV podría tener una cuantía superior, pero siempre a costa de renunciar a la cotización.
Incompatibilidad de las ayudas
Es importante destacar que el subsidio para mayores de 52 años y el Ingreso Mínimo Vital son incompatibles entre sí. La normativa del IMV considera las prestaciones por desempleo como una renta computable. Dado que los 480 euros del subsidio superan el umbral de ingresos para una persona sola, percibir esta ayuda del SEPE anula automáticamente el derecho a solicitar el Ingreso Mínimo Vital.