Luis Miguel, instalador de pladur: "Que un autónomo pida 120 € al día dice mucho del poco control que tiene. No ha hecho cuentas, no sabe que así no llega a fin de mes"

Muchos trabajadores autónomos no saben cuánto deben de pedir cuando empiezan a trabajar, lo que puede dar lugar a situaciones peligrosas para ellos

Luis Miguel, instalador de pladur

Luis Calabor

Madrid - Publicado el

4 min lectura

Ser autónomo en España nunca ha sido fácil, y mucho menos en el sector de la construcción. Jornadas interminables, dolores físicos y una burocracia que no da tregua. A todo eso se suma, según Luis Miguel, instalador de pladur con más de veinte años de experiencia, la falta de conocimiento financiero entre los propios trabajadores por cuenta propia. “Que un autónomo pida 120 € al día dice mucho del poco control que tiene. No ha hecho cuentas, no sabe que así no llega a fin de mes”, afirma tajante en su entrevista en el Sector Oficios Podcast

Luis, que empezó a trabajar con tan solo 13 años ayudando a su padre y su abuelo, ha vivido desde dentro cómo ha cambiado el oficio del pladur y cómo la falta de formación económica puede llevar a muchos profesionales a la ruina. “Yo me hice autónomo a los 24 pensando que iba a ganar más dinero, y casi me hundo. Nadie me explicó lo que tenía que pagar, ni gestorías ni nadie. Solo me decían: tráeme facturas.” 

Los autónomos tienen que echar muchas cuentas

“Si tienes que poner dinero de tu bolsillo, cierra”

El instalador explica que su primera experiencia como autónomo fue un desastre. “Cuando ves que pones dinero de tu bolsillo para mantener tu empresa, tienes que cerrar. Si no se mantiene con tu trabajo, es que no funciona”, señala. Con los años, aprendió a gestionar mejor sus ingresos y gastos, contrató a un buen asesor y se dio cuenta de que muchos compañeros siguen cayendo en los mismos errores que él cometió.

Hay muchos autónomos que no saben calcular lo que realmente ganan. Piensan que con 120 o 150 euros al día ya les va bien, pero cuando descuentas gasolina, herramientas, impuestos y días sin trabajo, te das cuenta de que no llegas a fin de mes”, reflexiona. Para él, esa falta de planificación es uno de los grandes males del sector: “Muchos trabajan sin saber si les compensa, simplemente por seguir rodando.” 

Luis Miguel también critica la falta de profesionalización en el mundo del pladur. “Hay mucho pirata. No todos trabajan según normativa porque, simplemente, muchas obras no permiten hacerlo o no quieren pagar lo que cuesta hacerlo bien”, denuncia.

El problema, asegura, es que se ha extendido una cultura del “vale todo” que desprestigia a los buenos profesionales. “Al final, el cliente busca lo barato y algunos lo hacen rápido y mal. Pero luego vienen los problemas”, explica. Por eso, Luis insiste en que su objetivo es crear una marca reconocida por la calidad y no por el precio. “Yo quiero que cuando alguien vea mi marca diga: quiero que esa empresa trabaje para mí.” 

El esfuerzo físico de este oficio también deja huella. Luis ha pasado por dos operaciones de codo y reconoce que el cuerpo tiene un límite. “Sé que no llegaré a los 65 trabajando así. Este trabajo destroza brazos, espalda y rodillas.” Por eso, se centra en mejorar procesos y reducir la carga física. “Intento no matarme, pero soy muy inquieto. Si veo a alguien trabajando, me tengo que poner a su lado. No puedo quedarme quieto.”

Cuando ves que pones dinero de tu bolsillo para mantener tu empresa, tienes que cerrar. Si no se mantiene con tu trabajo, es que no funciona”

Luis Miguel

Instalador de pladur

“Menos de 2.500 euros, no vuelvo a ser asalariado”

En su opinión, el problema de fondo es estructural. “En España faltan buenos profesionales, y los que hay están quemados o mal pagados.” Asegura que los que realmente dominan el oficio “o están cogidos por empresas o son autónomos que cobran lo que deben”, algo que, por desgracia, no es lo habitual. 

Tras muchos años entre obras, polvo y herramientas, Luis tiene claras sus condiciones: “Menos de 2.500 euros al mes no vuelvo a ser asalariado.” Explica que ese es el mínimo que considera justo para un profesional con su experiencia, capacidad y responsabilidad. “Por ese sueldo, cumpliría ocho horas diarias y fines de semana libres. Y si hay que trabajar más, se trabaja, pero con condiciones claras.

Mientras tanto, continúa su camino como autónomo, intentando crecer sin perder la calidad que le caracteriza. “Yo no busco montar una empresa enorme, busco hacer las cosas bien y vivir de ello con dignidad.

La falta de mano de obra en el sector de la construcción es una realidad "preocupante"

Con historias como la suya, queda claro que ser autónomo en el sector de los oficios no es solo cuestión de oficio, sino de números, constancia y mucha cabeza. “Aquí no basta con saber poner pladur, hay que saber también cuánto vale tu trabajo.