El último boletín económico del Banco Central Europeo constata una fuerte contracción de la actividad económica y un profundo deterioro del mercado laboral. El PIB de la zona euro podría contraerse este año entre un 5 y un 12 por ciento, dependiendo de lo que la economía permanezca en hibernación.

El propio vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, estima que la economía tardará al menos dos años en volver a los niveles que tenía antes del estallido de la pandemia. Pero descarta que vaya a producirse una crisis bancaria en la eurozona. Considera suficientes los niveles de solvencia y capitalización de las entidades financieras.

También la Reserva Federal ha lastrado a las Bolsas en las últimas horas. El presidente de este organismo, Jerome Powell, dejó claro ayer que espera un largo periodo de crecimiento económico muy débil. Descarta por tanto la posibilidad de una recuperación en V. En este sentido hoy los mercados estaban muy pendientes de la estadística semanal de peticiones de subsidios de desempleo en Estados Unidos. Es un indicador que sirve para seguir rabiosamente de cerca la marcha de la economía de aquél país. Y las cifras han sido desastrosas. Peores incluso de lo que se esperaba.

Los efectos del coronavirus en la economía

La semana pasada cerca de tres millones de estadounidenses solicitaron una ayuda por desempleo. En las últimas ocho semanas, es decir, desde que comenzó el aislamiento, la cifra acumulada alcanza ya los 36 millones de personas.

Tampoco han sido tranquilizadores los indicadores que se han conocido en Europa. En España la inflación se ha situado en negativo, con un menos 0,7 por ciento en tasa interanual. Es la primera vez que el signo es negativo desde agosto de 2016. Además, el IPC de Alemania ha repuntado cuatro décimas, mientras la tasa de paro en Francia ha crecido hasta el 7,8 por ciento. Se esperaba un dato algo peor. Y hay otro factor de fondo que pone de los nervios a los inversores, como es la tensión entre China y Estados Unidos.

Cada vez parece más difícil encontrar el equilibrio entre la reactivación económica y el control de la pandemia. Una desescalada demasiado precipitada puede provocar un rebrote de las infecciones, mientras un retraso podría llevar a la economía a un punto de muy difícil retorno. Y las Bolsas se duelen, aunque la dureza de la caída ha animado a los primeros cazadores de gangas, que han “rebañado” por abajo en algunos valores especialmente castigados.

El índice Ibex 35 ha bajado un 1,3 por ciento hasta 6.545 puntos, que es uno de sus niveles más bajos desde mediados de marzo. A falta del cierre de mañana, la semana bursátil muestra una caída del 3,5 por ciento. A última hora se han animado los bancos (no todos) entre rumores sobre una posible fusión entre dos gigantes financieros de Estados Unidos, como son Wells Fargo y Godman Sachs. Son rumores, pero los mercados se han hecho eco y han reaccionado en consecuencia.

Los expertos no son demasiado optimistas. De hecho, los analistas técnicos empiezan a dar por perdido el primer muro de contención situado en los 6.500 puntos. Más abajo sitúan el siguiente nivel de soporte en los 6.200 puntos del Ibex. Y luego... luego los mínimos que se marcaron en marzo en 5.820 puntos. Lo malo es que en todas partes cuecen habas.

El índice paneuropeo Euro Stoxx 50 ha perdido con holgura el soporte de los 2.800 puntos, por lo que podría ir a buscar suelo en la zona de los 2.650. Al otro lado del Atlántico, los analistas de Goldman Sachs creen que el índice S&P 500 de Wall Street podría bajar hasta la zona de los 2.400 puntos a tres meses vista.

El índice S&P 500 ha encontrado una zona de techo de corto plazo en torno a los 3.000 puntos. Ahí se ha dado la vuelta varias veces. Los expertos consideran que los inversores han sido demasiado optimistas al creer que la pandemia de coronavirus ya está siendo controlada en Estados Unidos, por lo que ahora puede producirse un movimiento a la baja en las Bolsas.

En los demás mercados, el petróleo del Mar del Norte ha subido un 3 por ciento, hasta 30,25 dólares. Los analistas de Goldman Sachs no creen que vaya a producirse otra caída a plomo en los precios del petróleo, como la que ocurrió en el vencimiento de futuros de hace unas semanas. Los precios se ven ahora más sostenidos por un ligero aumento de la demanda y por la reducción de la producción en el seno de la OPEP y otros países.