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LITERATURA MEDITERRÁNEO (Entrevista)

Rafel Nadal: "La gracia del Mediterráneo es que no te lo acabas nunca"

Ha ido hasta la otra punta del mundo y ha quedado subyugado por los moáis de la Isla de Pascua, recordando añejos cromos de la niñez. Sin embargo, el mar que le atrae y al que siempre vuelve el escritor Rafel Nadal es el Mediterráneo, tal como queda consignado en su último y luminoso libro, "Mar de verano".,Publicado en catalán por Univers, que inaugura con este título la nueva colección "Joie de vivre", y en castellano por Catedral, quedó en centenares d

Agencia EFE

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 13:10

Irene Dalmases

Ha ido hasta la otra punta del mundo y ha quedado subyugado por los moáis de la Isla de Pascua, recordando añejos cromos de la niñez. Sin embargo, el mar que le atrae y al que siempre vuelve el escritor Rafel Nadal es el Mediterráneo, tal como queda consignado en su último y luminoso libro, "Mar de verano".

Publicado en catalán por Univers, que inaugura con este título la nueva colección "Joie de vivre", y en castellano por Catedral, quedó en centenares de cajas durante semanas, porque tenía que ser una de las novedades del primer trimestre del año, pero la pandemia de coronavirus lo desbarató todo.

La obra quiere ser, según ha dicho su autor en una entrevista con Efe, una mezcla de "memoria personal, mediterránea, un cuaderno de viajes y una recopilación de historias".

Libro de atmósfera, empieza con la evocación del eterno verano de la infancia, "plácido y seductor", en la zona de la Fosca de Palamós, junto con sus once hermanos, y prosigue por la pequeña isla de Estrómboli, Hidra, Chipre, el Portlligat de Dalí y la griega Icaria.

"La gracia del Mediterráneo -apunta- es que no te lo acabas nunca. En cualquiera de sus rincones, de sus islas, de sus islotes te sientes como en casa, aunque todos los lugares tienen cosas diferentes. Pero hay olores, sabores, artes de pesca, el carácter de sus gentes que son muy parecidos entre sí. Al final, te reconoces en todas partes".

Armado siempre con una libreta de notas, acompañado desde hace más de tres décadas por su mujer Anna, con quien mantiene una serie de códigos que complementan los desplazamientos, a Rafel Nadal le gusta pisar el terreno, ya sea enfundado en unas botas de montaña, a bordo de la barca de un pescador de una isla remota, o saltando de transbordador en transbordador.

Quien se enfrente a estas páginas, descubrirá paisajes de los grandes centros de la antigüedad; sabrá cómo el periodista conoció a Leonard Cohen, con quien intimó y paseó por Gante (Bélgica), y ello le lleva a la isla griega de Hidra, donde el cantante tuvo una casa o lo verá comer una ensalada junto a un campesino italiano con un hijo en Sydney.

A la vez, lo verá aplaudiendo, desde un pequeño restaurante, la erupción del volcán de Estrómboli; disfrutando con el juego de espejos de unos abuelos y sus nietos, unos en tierra firme, otros en un barco, en Icaria; o descubriendo que a Salvador Dalí "los cerdos le encantaban, los coños le daban miedo".

Rafel Nadal no obvia que el mar que más le ha marcado es el de cuando era pequeño porque, viniendo de una Girona "gris y negra, en pleno franquismo, con una iglesia preconciliar, llegábamos a la Fosca y aquello era la libertad, un impacto brutal de sentidos, de notar la sal en la piel, de tirarse al agua, nadar, de darte el primer beso con una niña".

"Fuera del libro he tenido que dejar las ciudades y, por ello no están ni Roma, ni Trípoli, Palermo, Barcelona o Valencia, sin las que no se entiende este mar, pero aquí quería el del verano, aunque aparezcan los que están también en los inviernos duros, en soledad".

El episodio centrado en Chipre le sirve para no obviar que este es, asimismo, un "mar de guerras y pateras, de divisiones, es una aproximación al Mediterráneo más oscuro, pero uno no se entiende sin el otro".

A la vez, ha intentado que cada uno de los lectores "tenga la sensación de que, al final, el viaje te lo acabas haciendo siempre tu, y que cada momento del día, del año, de la vida, es un viaje diferente".

Por otra parte, durante estos días de confinamiento, se ha estrenado como autor de literatura infantil, puesto que ha llegado a los anaqueles "El somni d'en Blai" (Estrella Polar), un libro muy personal, que nace a partir de la experiencia de un sobrino suyo con un hijo, Blai, que sufre de fibrosis quística.

Todos los beneficios que genere se destinarán a la Associació Catalana de Fibrosi Quística y a los proyectos que dirige la doctora Silvia Gartner relacionados con la enfermedad en el Hospital Vall d'Hebron.

Preguntado por cómo ha vivido estos dos últimos meses y qué cree que ocurrirá en el futuro, Rafel Nadal, con una larga trayectoria en el periodismo, cree que "todavía es muy pronto para saber lo que pasará, y yo tengo dudas, pero seguro que nos hará dar pasos importantes hacia algunos procesos que ya estaban en marcha".

A su juicio, las crisis "siempre funcionan como catalizador y supongo que se consolidarán aspectos relacionados con lo digital, aunque también se han visto las dificultades del teletrabajo, las limitaciones que hay y que habrá que ir depurando".

Personalmente, lo que más echa de menos en este tiempo, desde Barcelona, es no poder estar con la familia, especialmente con sus nietos, y tener que imaginar en la distancia, sin poderlo cultivar, el huerto de su casa gerundense.

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