Hacer listas de canciones, animales, enfermedades o comidas. En eso consiste la vida de "Los Liszt", la excéntrica familia creada por la autora canadiense de origen japonés Kyo Maclear a la que la ilustradora catalana Júlia Sardá ha dado vida inspirándose en los "Tenenbaum" de Wes Anderson.
"Cuando leí sobre esta familia y su descripción y su trastorno pensé en los Tenenbaum de Anderson y me inspiré en su lenguaje porque son talentosos y trastornados, pero los Liszt son simplemente transtornados", cuenta Sardá en una entrevista con Efe sobre este libro ilustrado editado por Impedimenta.
Una obra en la que diálogos y dibujo se dan la mano para ahondar -o no- en la vida de una familia afanada en crear constantemente listas sobre los asuntos más peregrinos que se puedan imaginar. Enumeraciones de cosas, animales o actividades que se ven interrumpidas tras la llegada de un extraño visitante que hará que la metáfora surja al instante.
"Si tienes la mente demasiado rígida y eres demasiado cuadriculado te puedes perder muchas cosas de la vida", asevera la ilustradora (Barcelona, 1988) sobre este argumento de estructura familiar y cíclica.
"A la hora de dibujar era interesante porque podía subrayar estas situaciones y que los personajes se vieran enfrente de sus obsesiones", ha descrito.
Y si para dar vida a la familia acudió a la película de Anderson para crear a ese extraño visitante que genera el conflicto y que hace generar al pequeño de la familia preguntas existencialistas Sardá se inspiró en algo "muy lejano" a la producción cinematográfica: las marionetas que el artista Paul Klee hizo para sus hijos.
"Un elenco de personajes rarísimos", según dice, que ha mezclado para dar forma a este hombre cuya aparición marcha el "momento de empezar a disfrutar con la historia".
Aunque no se conocen en persona, Maclear y Sardá han sido protagonistas de una "especie de magia" a la hora de trabajar: "simplemente me pasaron el guión e hice un primer set de esbozos. Nos habíamos entendido a la perfección y tuvimos la sensación de que la aportación que hacía el dibujo complementaba el libro y hacía que quedara redondo", concluye.