Del Chad al barrio de La Ventilla en Madrid y de ahí vuelta a la capital del país africano, D'Jamena, para levantar un colegio que acoge a 1.500 alumnos. Ese ha sido el itinerario del padre Camile, jesuíta, quien incide en los micrófonos de 'La Linterna', en un programa especial desde el Chad, en la importancia de la educación para el desarrollo del país. 

Camile vivió en Madrid en el barrio de La Ventilla entre 2007 y 2011. 

En esa época entró en contacto con la Fundación Ramón Grosso. Juntos, codo con codo, han levantado colegio Francisco Javier. ¿Cómo lo han conseguido? "Los milagros existen, y esto es uno de los milagros". 

Este milagro empezó a forjarse hace cuatro años y ahora representa una "pequeña esperanza" y un "signo de que se puede mejorar la vida de uno en cualquier sitio. En cualquier rincón del mundo, si uno quiere, lo puede transformar".

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El colegio Francisco Javier acoge a 1.500 alumnos. Y desde ahí, desde las aulas, es de dónde hay que empezar a transformar el país. "Para luchar contra las dificultades, la educación es fundamental, no se puede desarrollar nada sin la educación", dice tajante el padre Camile. 

Pero puntualiza que hay que llevar la educación a los barios más pobres porque si se hace, "se puede mejorar la vida de la gente". 

Aunque Camile va más allá. Pone en el centro de la educación a las niñas. "En el colegio tengo un reto personal: mejorar la educación de las niñas es fundamental", ya que considera que "las niñas mañana van a ser los actrices del desarrollo real del Chad". 

"Creo con firmeza que si se educa a muchas mujeres, mañana serán las mujeres las que trabajen y el desarrollo que se apoya sobre las mujeres es más fiable", insiste. 

Otra pata clave para el desarrollo del Chad, a juicio del padre Camile, es la seguridad. "Sin seguridad uno puede hacer nada", pero 2no hablo de armas ni de rebeldes, ni de ladrones". Se refiere a una inseguridad escolar, por ejemplo. Y lo explica: "Hace tres semanas han empezado las clases y hay varios chicos que no han venido porque los padres no quieren matricularle, no están seguros de que el curso vaya a empezar. Eso es una forma de inseguridad más grave".

La gente tiene que tener la seguridad de que "las actividades se harán bien". 

En parte, estos dos problemas, la educación y la seguridad, lleva a los jóvenes a acabar en las garras de los terroristas de Boko Haram. 

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"Los jóvenes tienen que moverse mucho", empieza Camile, y "con 15 ó 16 años viene la gente para engañarle, proponen una forma de solución a sus problemas". 

Y quienes van a buscarles son los terroristas de Boko Haram, con su "la idea de que la civilización europea es mala" y "los chicos se creen que si van con Boko Haram las cosas van a cambiar". 

Y en cuanto a otro problema que azota África, la inmigración, el padre Camile considera que "antes de salir uno tiene que pensar si fuera posible de vivir aquí, y vivir bien", recurriendo nuevamente a la importancia de la educación para lograrlo. 

Pero también lanza un mensaje a Europa: "A los europeos les digo que la miseria es indescriptible, como sacerdote cada vez ruego en la misa para que la civilización cambie. Y digo también que hay que ayudar a que la gente siga viviendo donde está y aprenda a vivir feliz". 

Una felicidad que se puede alcanzar resolviendo la inseguridad, la pobreza y el hambre, y "eso se puede evitar educando a la gente".