Una vez más la Iglesia se ha hecho presente en medio de la tragedia. De forma silenciosa, sin hacer ruido, como uno más, se ha volcado en la ayuda y el acompañamiento a los vecinos del barrio valenciano del Campanar, que este jueves sufría un terrible incendio que se ha cobrado la vida de varias personas, dejando también algunos heridos y desaparecidos. El Papa Francisco sigue de cerca las noticias que llegan sobre el terrible incendio y mediante un telegrama ha mostrado su cercanía al pueblo valenciano.

Cuando uno mira de frente al dolor, al sufrimiento, a la impotencia que muchas veces sufrimos ante hechos como este, uno se pregunta ¿dónde está Dios? Y la verdad es que Dios no ha soltado nuestras manos. Aunque nos cueste verlo, Dios está en la solidaridad de los vecinos, en el trabajo de los bomberos, la policía, los sanitarios, los sacerdotes. Ahí está Dios. En medio del sufrimiento, en esa Iglesia incansable que siempre está en primera línea, como ya hizo durante los atentados del 11-M en Madrid, o durante la pandemia del coronavirus. O sin ir más lejos, en cada una de las guerras que sacuden al mundo. A pesar de que muchas veces nos olvidamos de ello.

Mira, cuando el Papa habla de los conflictos olvidados, de aquellos que perduran en el tiempo, tantas veces enquistados, y que dejan de tener interés mediático, nos pide que no lo olvidemos. Porque detrás de cada guerra, de cada conflicto, hay millones de vidas. Y porque las consecuencias de vivir una guerra son brutales en la población que consigue salir adelante. No solo en la reconstrucción de sus países, sino en el trauma que supone para cada persona. Pienso en África, con tantos conflictos abiertos. O sin ir más lejos, en nuestra cercana Ucrania. Son guerras olvidadas.

Cuando estalló la guerra de Ucrania, hace ahora 2 años, una ola de solidaridad y fraternidad se disparó en muchos de nuestros países, especialmente en Europa. Las imágenes que llegaban sacudieron nuestra conciencia brutalmente. Dos años después, estamos ante un conflicto enquistado y desplazado, informativamente hablando, por una nueva guerra: la de Gaza. Aunque en este segundo aniversario, Ucrania vuelve a ser protagonista.

Solo algunas voces, como la del Papa Francisco, nos recuerdan semana tras semana lo que pasa en la martirizada Ucrania. Y en Yemen. Y en Nigeria. Y en Siria. Y en Gaza. Y nos habla de la necesidad de diálogo y de paz. De pueblos agotados por una guerra inútil que no traerá soluciones a los problemas.

La guerra cansa, cansa mucho. Pero no podemos cerrar los ojos ni perder la esperanza de que un mundo mejor es posible. Dios nunca se muestra indiferente a nuestro sufrimiento.