Aunque a priori el balance es positivo, máxime si lo comparamos con los apenas 8.000 euros del año pasado, la letra pequeña a la hora de desbriznar las partidas de ingresos y gastos hacen que no sea oro todo lo que reluce.

De esta forma, resulta llamativo que aunque los ingresos por taquilla y televisión sumen más de 251.000 euros, de no mediar el concepto de “Donativos” con 59.000 euros, el resultado económico de este año hubiese resultado con pérdidas, lo que resulta sangrante si tenemos en cuenta que hubo una excelente entrada en el festejo, cerca de lograr el lleno, y que además la televisión regional sí aportó su granito de arena, no como TVE el año pasado que, mucha promoción, pero poco color. Económico, se entiende.

Además, la partida de gastos sigue siendo elevada, con 187.000 euros destinados a “Toreros y derechos de imagen”, 44.000 euros en “Toreros y varios”, más de 20.000 si sumamos las partidas de “Propaganda, gastos de plaza de toros y gastos diversos” y otros 12.000 en concepto de Seguridad Social. Sigue siendo una losa enorme, un ancla que impide que el fin de Asprona pueda navegar a toda vela. Y es una lástima, la verdad.

Lástima porque este balance podría ser brillante y se queda en positivo pero con matices muy discutibles porque cuando se entremezclan los conceptos de benéfico con beneficio, que deben ir unidos, pero donde el principal beneficiado no es Asprona, donde las partes sustituyen al todo, hacen que quede en entredicho el fin de este festejo anteriormente conocido como “la corrida de España”.

Y ese fin es sacar el máximo beneficio por y para Asprona y sus usuarios con los mínimos gastos. Y el que no lo entienda, que se borre de esto. O que no se apunte más. Dámaso González no cobraba ni una peseta de las antes. Parece que con los euros, las cosas han cambiado. Y no para bien, precisamente.