De momento las grandes cifras están dando la razón a Trump. Estados Unidos goza de buena salud económica con un crecimiento del PIB que pudo superar el 3% en 2017 y una tasa de paro que cayó hasta el 4,1%. Ese nivel es el más bajo en 17 años, en la práctica el país se encuentra en pleno empleo. Sin duda cualquier dirigente firmaría sin pestañear estos números.

¿Y la Bolsa? Mejor todavía. Wall Street está instalada en la euforia. Sus índices van de récord en récord. El Dow Jones acumuló el año pasado una subida del 25% y supera ya de largo los 25.000 puntos. Lo nunca visto.  El Nasdaq se revalorizó en 2017 casi un 30% y el S&P 500, cerca de un 20%. Ya hay expertos que advierten que el mercado estadounidense está inflando una burbuja pero por ahora los buenos resultados empresariales respaldan el optimismo.

Al nivel de confianza ayuda el que es sin duda el logro ecónomico más tangible de Trump en su primer año, el recorte de impuestos aprobado en el Congreso recientemente. Hablamos de una agresiva rebaja fiscal para las empresas, de 1,5 billones de dólares. Se ha reducido del 35 al 21% el impuesto a los beneficios empresariales, aparte de otras medidas que favorecen a las grandes corporaciones. Todo esto seguirá impulsando a corto plazo a la primera economía mundial, empujará las inversiones y en teoría los salarios de los trabajadores.

Por supuesto Trump no ha conseguido evitar las críticas de que con esta decisión solo busca favorecer a los suyos, a los más ricos. Hay quien le echa en cara que una de sus grandes promesas electorales, la de la redistribución de la riqueza, ha caído en saco roto. Desde que llegó al poder, el Departamento de Trabajo ha revocado por ejemplo varias regulaciones que protegían a los empleados, como el pago por horas extras, el porcentaje de propinas que pueden llevarse a casa, seguridad y salud, entre otros. Es algo que no ha sorprendido a la mayoría de los analistas. Estamos ante un presidente pro negocios, le pese a quien le pese. La prosperidad no ha evitado que aumente el descontento y la división social.

Lo cierto es que esa rebaja fiscal ya ha tenido un primer éxito, palpable. Apple la ha aprovechado para repatriar beneficios en el exterior, unos 250.000 millones de dólares. Eso supone pagar de una tacada más de 30.000 millones de dólares. Con ello Trump avanza en otro de los compromisos con los que llegó a la Casa Blanca, que las empresas contribuyan a su America first. 

Trump prometió que haría de nuevo grande su país cerrando fronteras y plantando cara a todo el que rehusara volver. Sus palabras altisonantes, su amenaza proteccionista de las primeras semanas ha perdido fuelle. Lo mismo que sus críticas iniciales a la Reserva Federal, seguramente porque la actual presidenta Janet Yellen tenía fecha de caducidad. En las próximas semanas será relevada y el que ha elegido para el cargo es de su cuerda, el abogado millonario Jerome Powell. Si sigue la hoja de ruta prevista subirá otras tres veces los tipos de interés para este año. Por cierto que a pesar de ese incremento del precio oficial del dinero el billete verde se sigue debilitando frente al euro o el yen lo que dispara las exportaciones de EE.UU.

Hasta 2020 no podremos juzgar la presidencia de Trump aunque en general los inversores, los expertos le ponen buena nota en su primer año. Desde luego es bastante mejor de lo que muchos habían pronosticado si resultaba elegido. Como dicen algunos "América sigue en pie" y no ha habido un derrumbe. Todo lo contrario. Ahora bien ¿es él realmente el responsable directo de estas buenas cifras?, ¿cuánto tiempo permanecerán así las cosas? Ahí está el debate. No son pocos los que creen que ha heredado una buena situación económica, de la que se aprovecha, y que está sentando las bases, con sus políticas, con su rechazo a la regulación para la siguiente crisis. El tiempo lo dirá.