El Patriarca de los caldeos, Luis Sako, celebró la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II en Bagdad, en la iglesia de la Virgen María, Reina del Rosario. Si hubiese viajado a Roma, como era su previsión y su deseo, no habría podido regresar a tiempo para las elecciones en Iraq y, como él mismo ha explicado, “sería grave para los caldeos que su Patriarca no estuviera entre ellos en un momento tan importante en la historia nacional”. Durante la celebración se descubrió una estatua dedicada a Juan Pablo II, el papa que no dudó enfrentarse a todos los poderes de la tierra para denunciar una guerra de consecuencias imprevisibles en la antigua Mesopotamia.(AQUÍ PUEDES LEER EL RESTO DEL ARTÍCULO).