Pinchó Victorino en Bilbao. El hierro de la 'A coronada' lidió este jueves en el Botxo un encierro muy pobre de raza. Demasiado pobre. Además con un defecto poco usual en este ganadería y este encaste. No humilló. Esa falta de entrega condicionó mucho lo vivido en el coso de Vista Alegre en una tarde grisácea con tintes de injusticia con Curro Díaz.Y es que la gente se ha olvidado del sentido de la medida. Los públicos se han malacostumbrado a las faenas kilométricas, a los muletazos a granel, a la cantidad por encima de la calidad. Cuando aparece un torero que en veinte muletazos dice más que muchos en ochenta, algunos paladares están tan quemados que no saben distinguir ni paladear. Así ocurrió con el quinto, el único toro de Victorino que llegó al último tercio embistiendo con cierta dosis de casta. Curro se mostró muy firme de plantas, sin volver nunca la cara al toro y sacando muletazos largos de gran expresión pese a que al animal le costó un mundo humillar y desplazarse por abajo. Trasteo corto, expresivo por ambos pitones que no terminó de ser entendido por parte del tendido. Cazó al toro de una estocada y tras caer, esos mismos tendidos se dividieron entre quienes ovacionaron al toro y quienes recriminaron al torero su sentido de la medida. Cuestión de gustos...Esa cabeza despejada y ese sentido de la lidia y la medida la había aplicado Curro con el abreplaza, un 'victorino' que no se definió en los primeros tercios. Siempre a su aire, sin fijeza en los engaños. Vio pronto que el pitón más potable era el zurdo y por ahí comenzó, directamente. Dos tandas aprovechando la bondad sin entrega del toro de Victorino. Muy templado todo y salpimentado con la torería que atesora el torero de Linares. No se dio mucha coba cuando el toro empezó a aburrirse y a salir con la cara por encima del palillo. Media estocada tumbó al toro.El tercero fue un ejemplar manejable pero al que le faltó humillar y mayor continuidad en sus viajes. Curro volvió a firmar otro trasteo solvente, con algún muletazo aislado de buen corte. Pero la faena no terminó nunca de prender por la condición del toro.El toro de mayor calidad del encierro de Victorino fue el que saltó como segundo. Le cogió rápido el aire Paco Ureña en el saludo a la verónica. Se arrancó con prontitud al caballo el de Victorino, que se desplazabó con claridad en estos primeros tercios. El murciano no se lo pensó y en cuanto cogió la muleta se puso a torear en redondo. Buena la primera tanda por ese pitón, relajada la planta y limpieza en el trazo.Después todo se enmarañó. Ureña apostó por coger muy en corto al animal y este protestaba, quedándose en las zapatillas en el tercer muletazo de cada tanda. Quizá otro planteamiento... Hubo muletazos bellos pero todo dentro de un conjunto demasiado deslavazado. La faena se fue diluyendo poco a poco, como el toro apagando.Un puntito más alto de cruz que el resto de la corrida fue el cuarto, otro ejemplar de nobleza pajuna, que se movió sin emoción. Ureña sumó muchos pases, no se aburrió nunca pero el trasteo no cogió vuelo. Demasiada sosería.El sexto, con la tarde ya en cuesta abajo tampoco ayudó para el triunfo. El de Victorino vino y fue sin maldad ni chispa, sin decir nada. Ureña no estaba ya para esfuerzos y lo pasaportó sin despeinarse.

FICHA DEL FESTEJO

Bilbao, jueves 25 de agosto de 2016. 5ª de Feria. Algo más de media plaza.

Toros de Victorino Martín, correctos de presentación, de desiguales hechuras y remates. De juego también desigual. El noble y enclasado segundo y el encastado quinto, lo únicos rescatables dentro de un conjunto muy bajo de casta y de embestidas sin entrega.

Curro Díaz, que sustituía a Manuel Escribano, saludos, silencio y división.

Paco Ureña, saludos, silencio tras aviso y silencio.