'La aventura de educar': el gran ejemplo de Ignacio Echeverría para los jóvenes

En esta última entrega de 'La aventura de educar' en 'TRECE al día', hablamos con el padre del joven español asesinado en un atentado terrorista en Londres

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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En esta nueva entrega de 'La aventura de educar' en 'TRECE al día', hablamos de Ignacio Echeverría, el héroe del monopatín. Los niños crecen tomando como referencia modelos sociales. Los niños quieren llegar a ser como aquellas referencias que la sociedad toma como valiosos. Deportistas, artistas, influencers… influyen en la sociedad. Hace 4 años, Ignacio Echeverría perdía la vida en un atentado en Londres al defender a una joven desconocida, luchando con su monopatín como única arma. Es uno de esos referentes que podemos proponer a toda la sociedad porque encarna lo mejor de nosotros. Tantos valores que hacen mejores a las personas. Necesitamos estos modelos en la educación y necesitamos que los encarnes docentes y padres.

¿Cómo era Ignacio Echeverría?

Joaquín Echeverría nos contaba cómo era su hijo más allá de su impresionante acto que conmovió a todos: Ignacio era una persona común y corriente. Solo destacaba su deseo de hacer las cosas bien. También tenía capacidad de relacionarse con todo tipo de personas. Esa sensibilidad de cuidar a los demás tenía en él una gran influencia su fe. Sus prácticas religiosas lo ayudaban a superar sus tropiezos”.

“No era solo su fe, también era su acción o su compromiso. Después de su muerte nos enteramos que daba clases de catequesis a niños de habla hispana en Londres. Él dedica sus domingos a llevar a su hijo a catequesis”, todo un referente para los jóvenes. Su padre añadía:Ignacio era un buen modelo para los jóvenes. Creo que pudo ser elegido para eso, en él todo era corriente y eso se puede imitar por cualquiera. Tenía valentía y compromiso para defender sus principios”.

Blanca, profesora de Ignacio en el instituto, nos hablaba de cómo era como alumno. “Lo que le diferenciaba de otros es que cuando creía en una cosa iba hasta el final. No soportaba la maldad ni la injusticia y luchaba contra eso. Como estudiante tenía mucha fuerza de voluntad. Recuerdo que quiso estudiar derecho en francés, que era difícil entrar, y él, en un verano, sabía más francés que nadie. Cualquier profesor se conforma con eso, me encanta. Jamás se me olvidará su sonrisa, me encontraba con él en el pasillo y se le escapaba la bondad por los ojos”.

El origen del nombre “Ignacio”

Javier de Hoyo, catedrático de Filología Latina en la UAM, explica el origen del nombre Ignacio: “Estamos en el quinto aniversario de la conversión de San Ignacio, aunque tendríamos que decir San Íñigo. Íñigo e Ignacio no son el mismo nombre. Íñigo procede del nombre vasco “Eneko” e Ignacio procede del latín. Lo que pasa es que Íñigo de Loyola tenía mucha devoción a Ignacio de Antioquía, y ya siendo sacerdote, en 1537, se cambia el nombre por un santo que, pensaba, era más universal y pasa a llamarse Ignacio de Loyola”.

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