“Una jugada maestra”: Chema Gil Garre detalla cómo se infiltraron drones ucranianos en Rusia con inteligencia artificial

El codirector del Observatorio Internacional de Seguridad explica que partieron desde territorio ruso y bielorruso, ocultos en camiones de transporte de madera, burlando la inteligencia militar de Moscú

Redacción TRECE

Publicado el

3 min lectura

Ucrania ha lanzado una operación militar encubierta que marca un antes y un después en la guerra moderna, al atacar con éxito bases aéreas rusas situadas a más de 5.000 kilómetros de distancia, incluso en zonas remotas como Siberia. Esta acción, planificada durante 18 meses, demuestra un avance significativo en la estrategia bélica ucraniana y en el uso de tecnología de bajo coste pero alta eficacia, incluyendo drones equipados con inteligencia artificial. La operación ha sido descrita por el analista Chema Gil Garre, codirector del Observatorio Internacional de Seguridad, como una “jugada maestra”, comparable a sofisticadas maniobras recientes de otros conflictos. Gil Garre explicó en el programa El Cascabel que se trató de un golpe de precisión quirúrgica que ha dejado a Rusia “sin capacidad inmediata de respuesta” y ha generado un profundo impacto también en el terreno diplomático.

 Un ataque camuflado dentro de Rusia  

La operación consistió en el despliegue de drones militares de bajo coste y alta precisión, escondidos en camiones comerciales camuflados como transportes de madera. Estos vehículos lograron penetrar en territorio ruso y bielorruso, acercándose a importantes instalaciones estratégicas sin ser detectados por los sistemas de seguridad. “Se las han metido hasta la cocina”, subrayó Chema Gil Garre, al describir cómo los drones fueron lanzados desde esos camiones, algunos de los cuales incluso estaban posicionados cerca de sedes de la inteligencia rusa.

EFE


Una vez iniciado el ataque, cada drone fue liberado con un mecanismo que le permitía bombardear objetivos con precisión, gracias a un sistema que Gil Garre comparó con un “tambor de revólver”. Tras completar su misión, el drone se estrellaba como un kamikaze, y los camiones que los transportaban se autodestruyeron mediante incendios programados, impidiendo cualquier análisis técnico posterior por parte de los servicios de inteligencia rusos.

Según el análisis compartido en el programa, el ataque destruyó o inutilizó entre 30 y 40 aeronaves, muchas de ellas bombarderos estratégicos con capacidad nuclear, situados en diversos aeródromos rusos.

 Inteligencia artificial y asimetría militar  

Uno de los elementos más destacados de la operación, según Gil Garre, fue la utilización de inteligencia artificial en la fase de planificación. Ucrania habría empleado esta tecnología para entrenar los drones con modelos reales de aviones ubicados en museos locales, permitiéndoles identificar con precisión sus objetivos una vez en el terreno. Esto demuestra un cambio radical en el enfoque militar: “David puede golpear a Goliat de manera severa si invierte en tecnología”, señaló.

La capacidad de los drones para recorrer miles de kilómetros no reside únicamente en su autonomía, sino en el hecho de que fueron desplegados desde dentro del territorio enemigo, lo cual reduce considerablemente la distancia operativa. Gil Garre no descartó que algunos drones hubieran sido guiados remotamente desde Ucrania, pero insistió en que la mayoría fueron activados desde ubicaciones estratégicas ya infiltradas.

Este tipo de ataque, que recuerda a la operación de Israel contra Hamás con los Vipers, refleja un uso combinado de tácticas encubiertas, manipulación electrónica y tecnología de bajo coste con alto impacto.

 Impacto geopolítico y amenaza de escalada  

El ataque ucraniano ha tenido consecuencias más allá del ámbito militar. En el marco de las negociaciones entre Rusia y Ucrania en Turquía, la acción se interpretó como un puñetazo en la mesa, en respuesta a la postura maximalista de Rusia, que sigue exigiendo el reconocimiento del Donbass, Crimea y la desmilitarización completa de Ucrania.

Gil Garre recordó que, aunque Rusia ha intentado minimizar el alcance del ataque, Putin ha invocado la doctrina militar rusa, que contempla el uso de armas nucleares si se atacan infraestructuras estratégicas. La tensión aumenta, y cualquier nueva ofensiva podría escalar el conflicto hacia niveles mucho más peligrosos.

El entrevistado también subrayó que la Unión Europea no puede considerarse al margen, recordando la importancia del artículo 42.7 del Tratado de Lisboa, que establece una cláusula de defensa mutua: si un país miembro es atacado por un tercero, los demás están obligados a defenderlo “como si fueran ellos mismos los agredidos”.

Finalmente, y pese a la tensión creciente, ambas partes han alcanzado un acuerdo parcial en Turquía para el intercambio de soldados heridos y enfermos graves menores de 25 años, el único avance significativo hasta el momento.