Cuarto susurro. Aunque es de noche

María Magdalena quiere ir al sepulcro, estar lo más cerca posible de Jesús. Hay tranquilidad, las luces de algunos candiles se han apagado. Todo contribuye al recogimiento y a que todos estén algo más serenos. Coge su manto y, mientras se lo echa sobre los hombros, no puede sino evocar las veces que Jesús le ayudó a ponérselo y como siempre que lo hacía le daba un beso. Tiene que aprender a vivir sin esos besos y a grabarlos como un sello en su corazón. Accede a contenidos adicionales en: cope.es/susurros

Tercer susurro. Así es mi amado, mi amigo

María Magdalena recuerda cómo Jesús les repetía muchas veces que tenían que aprender a mirar en el corazón de la otra persona, entender qué quiere decir cuando no encuentra las palabras, no juzgar sus actos a simple vista. Todo en una persona tiene su razón de ser, decía, hay que entender a las personas y solo se puede hacer desde el corazón. Accede a contenidos adicionales en: cope.es/susurros

Primer susurro. Soy morena, pero hermosa

Algunas veces María Magdalena veía pasar a un grupo de hombres jóvenes, cerca de donde tenía el negocio de salazón de pescado. Una vez preguntó a uno de sus clientes si sabía quiénes eran, y le dijo que era un grupo que seguía al hijo de un carpintero de Nazaret. Un tipo raro, añadió. Desde aquel día se fijó con más atención cuando los veía pasar. Dos o tres veces su mirada se cruzó con la del hijo del carpintero. Le sonrió siempre y acompañaba su sonrisa con un pequeño gesto de saludo. Accede a contenidos adicionales en: cope.es/susurros

Prólogo de la autora

Las doce ocasiones en las que es citada en el Nuevo Testamento, hacen de María Magdalena una figura relevante y será realmente el evangelio de Juan el que le otorgue su lugar, que no su papel, al ser ella la única protagonista de la única aparición individual de Cristo resucitado. ¿Será que la amistad tiene un papel esencial en el evangelio de Juan? Eso es la historia de Jesús y María Magdalena. Una historia de amor y amistad. María Magdalena es la testigo de lo nuclear de nuestra fe, y el propio Cristo le confió el sacerdocio supremo: proclamar su resurrección. Tal vez debamos aprender a confesar y a anunciar, el mensaje que ella nos transmitió con sencillez y profundidad: Yo creo que estás vivo. Creo que has resucitado. Accede a contenidos adicionales en: cope.es/susurros

Octavo susurro. Ya no pido tu perdón

La ley judía declaraba maldito al que muriera colgado. Judas, que conocía la ley, eligió separarse de todo y de todos aunque, realmente, no sabemos qué pasó. Judas se sentía abandonado hasta de sí mismo. Sí, era consciente de lo que había hecho desde el momento en el que intentó devolver las treinta monedas de plata. Deshacer el daño causado. Accede a contenidos adicionales en: cope.es/susurros

Séptimo susurro. ¿Qué son 30 monedas?

¿Tiene precio Dios? ¿Tiene precio el ser humano? En opinión de Cristina Inogés pueden parecer dos preguntas diferentes, sin embargo, son la misma. Para la autora, quién pone precio a lo creado, pone precio al Creador. Accede a contenidos adicionales en: cope.es/susurros

Sexto susurro. No lo soporto

El ser humano tiene una facilidad atávica para agarrarse con fuerza a los sentimientos que causan dolor. Es como si la alegría, la esperanza, el amor y la felicidad fueran algo que, solo en determinados momentos y en pequeña cantidad, nos pudiéramos consentir sin darnos cuenta que todo eso es contrario al plan que Dios tiene para nosotros. No podemos evitar sentir miedo, angustia o desesperación, sin embargo, en esos procesos es cuando la esperanza brilla como un faro, lejano algunas veces, pero seguro al señalar el puerto. Accede a contenidos adicionales en: cope.es/susurros

Quinto susurro. El perfume

Los perfumes reaccionan de manera diferente sobre cada piel; podríamos decir que se personalizan solos. Como cristianos, también nos personalizamos cuando sabemos crecer en la fe y compartir la experiencia del encuentro con Cristo de mil maneras diferentes. La relación con Cristo, con Dios, siempre es personal y subjetiva. Por eso, nuestra manera de darlo a conocer al mundo tendrá infinitos matices olfativos, como el perfume, y todo el mundo podrá percibir qué bien huele la Buena Noticia y que, siendo igual para todos, tiene notas olfativas muy personales para cada uno. Accede a contenidos adicionales en: cope.es/susurros

Cuarto susurro. Esos dos

Parece como si los discípulos hubieran recibido con indiferencia el anuncio de la traición. No parece que les llame la atención, les inquiete, o preocupe; parece ser que siguieron comiendo y bebiendo. Ninguno de ellos pareció tener iniciativa suficiente para impedir que sucediera. ¿Acaso esa pasividad no los convierte en cómplices de la misma actitud de Judas? Accede a contenidos adicionales en: cope.es/susurros

Tercer susurro. La señal

¿Por qué tanto empeño en señalar a las personas? ¿Por qué tanta prisa en colgar etiquetas? ¿Por qué tanto deseo en acabar con el anonimato de alguien? ¿Por qué exponer siempre a los otros y preservarme yo y exigir respeto a mi privacidad? La paradoja humana; tirar la piedra y esconder la mano; no entender que nuestra libertad termina donde empieza la del otro. Accede a contenidos adicionales en: cope.es/susurros

Segundo susurro. Lo sabía

Cristina Inogés comparte con el oyente su sensación de que nuestra Última Cena poco tiene que ver con la fiesta de la Pascua que celebró Jesús. Su pregunta sobre si entendimos qué había hecho sigue en el aire. No hay consignas, no hay órdenes, no hay diseño de celebración, por no dejar no dejó ni modelo de Iglesia… Solo consejos y libertad de acción y movimiento. Para la autora, hoy ya no traicionamos a Dios en su Hijo Jesús, sino que lo hacemos en todos aquellos ante quienes no nos inclinamos amorosamente para lavarles los pies. Accede a contenidos adicionales en: cope.es/susurros

Primer susurro. ¿Era esto?

Judas es amigo de Jesús, por lo menos lo es hasta cierto momento en que se va defraudando. Judas se va desencantando, porque Jesús no es lo que esperaba y no hace lo que él quiere. Porque Judas esperaba que Jesús fuera rey a la manera de ese rey poderoso que derriba a los enemigos. Accede a contenidos adicionales en: cope.es/susurros

Prólogo de la autora

Siempre vemos a Judas como el «traidor» o el «maldito» pero, a pesar de sus errores y contradicciones, Dios nunca lo abandonó. Cristina Inogés realiza en este bookcast una profunda y honesta meditación sobre Judas para, en torno a la desesperanza que destila la traición, encontrar señales de la caridad, la compasión y el perdón necesarios para la salvación. Accede a contenidos adicionales en: cope.es/susurros

Prólogo de la autora

Cristina Inogés se pone en este bookcast ante un Dios hecho hombre que pasó, voluntariamente, por la experiencia más traumática del ser humano: la muerte. También ante un Dios que resucitó y nos ganó y regaló la Vida Eterna. Accede a contenidos adicionales en: cope.es/susurros

Sexto susurro. Abbá, abrázame

Creer en Dios significa ser ateo de los falsos dioses; rebelarnos ante lo inmediato y fiarnos y confiarnos en lo que todavía no vemos y, menos aún, entendemos. Nuestra manera de acercarnos a Dios tiene que cambiar completamente. Creer en Dios es aceptar el desafío de sentirnos y sabernos salvados en esa cruz; es hora de borrar las imágenes infantiles de Dios que tanto daño han llegado a hacer. Accede a contenidos adicionales en: cope.es/susurros

Quinto susurro. Ya no puedo más

Rendirse a la evidencia de que ya no se puede más es el reconocimiento de nuestra limitación humana. A ninguno nos gusta sentirnos limitados de ninguna manera; no nos sentimos bien evidenciando nuestra fragilidad. Ante esta situación cabe sentirnos maleables, como la madera del sicomoro; o retorcernos como la madera del olivo. Da igual como nos sintamos porque, al final, la silueta de la cruz recortada en el horizonte tiene mucho que decirnos ya que, desde la encarnación del Hijo de Dios, no es justo echarle a Él la culpa de nuestros sufrimientos. Accede a contenidos adicionales en: cope.es/susurros

Cuarto susurro. Nuestra agua del pozo

Todos tenemos un pozo donde el encuentro con Dios es íntimo; donde nos da el agua de vida que nos transforma. Si no sabemos dónde está nuestro pozo habrá que descubrirlo porque, realmente, se trata de dejar que Dios nos contagie de alegría como en Caná; como a María junto al pozo donde se descubrió madre de su Hijo. El pozo debe ser un lugar importante en nuestra vida porque es el lugar para dejarnos inventar por Dios. Accede a contenidos adicionales en: cope.es/susurros

Tercer susurro. Abbá, mis amigas

Las mujeres en la vida de Jesús de Nazaret le dijeron a Dios lo que les pasaba, convirtieron en oración su preocupación, su sufrimiento, su escucha, su vida al fin. Nunca recibieron estas mujeres una palabra de condena, ni una pregunta morbosa, ni un diagnóstico de locura, ni un juicio sumarísimo por parte de Jesús. Al contrario, siempre cercanía, conversación amable, horizonte amplio, camino despejado, liberación absoluta, vida nueva. Accede a contenidos adicionales en: cope.es/susurros

Segundo susurro. ¿Quién cuidará de ti, Inma?

Una madre sufriendo junto a un hijo que muere; un hijo sufriendo porque sabe que muere y no quiere dejar sola a su madre. No es una situación novedosa. Por desgracia pasa con cierta frecuencia; con más frecuencia en algunas partes del mundo. Sin embargo, a nosotros nos debería llamar la atención que el hijo sea Dios y un Dios preocupado. Un Dios preocupado por su madre no es algo que se vea todos los días; pero es que este Dios, nuestro Dios, es bastante raro. Este Dios nació no en un belén, como dicen algunos niños ahora, sino en Belén -la Casa del Pan-; nació como cualquier niño al que su madre alimentó y no era como los demás niños. Accede a contenidos adicionales en: cope.es/susurros

Primer susurro. He fracasado, no han entendido nada

Jesús se convierte en la madera que ha trabajado durante años junto a José; los clavos que él clavaba en los troncos y en las tablas, se los han clavado; algunos creen que han clavado la tabla que cerrará ese tiempo en el que fue abriendo los ojos y, lo más importante, los corazones de quienes le escuchaban; unos años donde cuestionó leyes sin sentido y a hombres que sometían por ellas a otros hombres; algunos creen que han clavado al leño viejo, seco, sin vida. Pero él es la Vida, y la sangre -como la sabia-, que ahora se mezcla con la de quienes murieron en esa misma cruz que le abraza. Accede a contenidos adicionales en: cope.es/susurros