Excelentia clásica - 10 de abril de 2023
Ya tienes disponible una nueva entrega de Excelentia clásica, lo mejor del mundo de la música clásica de la mano de Javier Martí.
Ryder COPE, Capítulo 341 (11-04-2023)
Con Jorge Armenteros. Victoria de Rahm en Augusta. Visita de Guillermo Salmerón y Pepe Martínez. Hablamos con Chicho Morales y Ander Martínez. Entrevista a Eduardo Celles.
#KM42, 'Running' con Chema Martínez (10-04-2023)
¿Cuánto ejercicio físico se hace en un recorrido de golf de 18 hoyos?; La hidratación con el calor y el subidón de temperaturas que hemos experimentado; Preguntas de los oyentes.
De Rosca, capítulo 470 (10-04-2023)
Con Luis Malvar. Entrevistas a Javier Rodríguez (BM Logroño) y Xavi Sabaté (Ent. Wisla Plock). La firma, Fernando Urra. Los Magníficos. Mis Pajaritos. Siete Metros.
Futsal COPE Capítulo 434 (05-04-2023)
Con Javi Jurado. Felicitamos a Dídac Plana, portero del Barça. Escuchamos a Paulo Roberto, nuevo directivo de Jimbee Cartagnena. Y llamamos a David Martín-Maestro, del Haladas.
Excelentia clásica - 4 de abril de 2023
Ya tienes disponible una nueva entrega de Excelentia clásica, lo mejor del mundo de la música clásica de la mano de Javier Martí.
Showtime, Capítulo 494 (04-04-2023)
Esta semana... Las noticias ACB y Euroliga, con el final de la fase regular. Opciones de play-off en la NBA. Pau Gasol Hall of Fame. Supermanager y más historias del baloncesto.
#KM42, 'Running' con Chema Martínez (03-04-2023)
El nuevo reto de Chema Martínez: 504 kilómetros en bicicleta. 52.000 participantes en la Maratón de Paris. Preguntas de los oyentes.
Segundo susurro. Adolezco, peno, y muero
Es noche cerrada. Hace mucho que el mar interior de María Magdalena no está en calma y, desde la muerte de Jesús, es una tormenta de emociones contrapuestas. Accede a contenidos adicionales en: cope.es/susurros
Ryder COPE, Capítulo 340 (04-04-2023)
Con Jorge Armenteros. Visita de Carlos Fernández (ger. RACE). Entrevista a Alejandro De Miguel y Javier Parrilla. Hablamos con Javi Varela. Además, Chiky Trillo y Quique Iglesias.
Decimocuarta Estación. Jesús es sepultado
Jesús en el sepulcro es esperanza de Resurrección. Las confesiones más antiguas de la Resurrección tienen por autor al Padre: Dios le resucitó.... El Padre le constituyó en Señor y Cristo... El que yacía entre los muertos, reina vivo... Dios rehabilitó al ajusticiado... El amor es más fuerte que la muerte. Su resurrección garantiza la victoria del bien y del amor sobre el mal y el pecado. Esa ha sido la respuesta de Dios en su Hijo Jesús. Y esa respuesta suya pide una respuesta nuestra en nuestra vida. Un Dios que trabaja hasta la extenuación busca colaboradores que le ayuden en su lucha contra el mal. Dios quiere luchar contra el mal a través de nosotros. Dios hace todo lo que puede hacer sin suprimir nuestra dignidad, sin anular al hombre, porque se toma en serio nuestra libertad. Desde la luz de la Resurrección se escribe e ilumina el misterio de la vida, pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo. En esta última estación “¡anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven Señor Jesús!
Decimotercera Estación. Jesús es bajado de la cruz y puesto en brazos de su Madre
María recoge el cuerpo de su Hijo. Muchas madres, rotas de dolor, recogen el cuerpo de sus hijos hoy, aquí y ahora. En nuestra sociedad el ocio nocturno tiene víctimas y a menudo sólo se entiende con alcohol, drogas y violencia. Inconcebible que siga habiendo guerras en el mundo en vez de diálogo. Las vidas de los no nacidos no cuentan y se convierte en un derecho ignorarlas. También los abusos de menores, en la sociedad y dentro de la Iglesia, rompen el corazón de la Madre. Los Santos Padres dan los mismos títulos a la Virgen y a la Iglesia. La maternidad de María se prolonga y encarna hoy en la Iglesia. La Iglesia, a través de los sacramentos, trae a Jesús al mundo. Y la Iglesia, también a través de los sacramentos, recoge a sus hijos en la muerte para conducirlos a la Resurrección.
Duodécima Estación. Jesús muere en la Cruz
Jesús en la Cruz pasa del “Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?” al “Padre, en tus manos encomiendo mi Espíritu". ¿Cómo pudo pasar Jesús de la cuarta palabra a la séptima? ¿del abandono a la confianza? A Jesús le salvó la memoria. Tenía tanta memoria acumulada de la fidelidad del Padre que no le pudo fallar. Él nunca falló al Padre, el Padre nunca le falló, nunca se fallaron. ¡A Jesús le salvó la memoria! Cuando murió Jesús, el velo del templo se rasgó, la tierra tembló, los sepulcros se abrieron y el cielo se oscureció. Son los signos apocalípticos de los que habla el evangelio. ¿Qué tiene que quebrarse dentro de nosotros para que haya resurrección? ¿Con qué tienes que romper, qué decisión tienes que tomar para que haya liberación y vida en tu existencia? ¿Qué tiene que tambalearse en tu vida? Hoy vivimos viernes santos que tienen sesgos apocalípticos. Tiempos para ir a lo fundamental, para primar lo importante sobre lo urgente, para reencauzar temas pendientes y para relativizar muchas cosas a la sombra del Absoluto del amor de Dios.
Undécima Estación. Jesús es clavado en la Cruz
San Juan de Ávila dice que cuando Jesús ya no puede conducir a su rebaño hacia verdes praderas, porque está clavado en la Cruz, entonces sí que está siendo buen pastor. ¿En que? momento nos perdona?, se pregunta el Papa Francisco el Domingo de Ramos de 2022: “En un momento específico, durante la crucifixión, cuando siente que los clavos le perforan las muñecas y los pies. Intentemos imaginar el dolor lacerante que eso provocaba”.
Décima Estación. Jesús es despojado de sus vestiduras
Aquel despojo de hombre, flagelado, coronado de espinas, escarnecido y despojado de sus vestiduras, expresa toda la entrega y amor de Dios a la humanidad. Jesús es el rostro humano de Dios y el rostro divino del hombre. Porque Dios no quiere obligarnos a amar, su presencia es discreta. Es un Dios con nosotros, no sobre nosotros. En la cruz ha vaciado toda su ternura y ha mostrado todo su poder, su amor incondicional que nos salva. "Habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo... Nadie tiene más amor que el que da la vida por los amigos... Vosotros sois mis amigos... Padre, perdónales porque no saben los que hacen". Dios se ha mostrado dispuesto al abajamiento total con tal de manifestar que su ser es amar. En la cruz descubrimos la forma de ser de Dios. Por eso, podemos decir “He ahí al Hombre” y “He ahí a Dios". También hoy, en los horrores de la guerra, está. Se deja encontrar, no se impone, comparte nuestra suerte y nos acompaña desde dentro. Está acompañando a nuestros seres queridos que están viviendo la enfermedad y la muerte en una soledad familiar tan desgarradora. Él sí está. Somos estos días testigos de experiencias consoladoras, que no se explican si Él no está.
Novena Estación. Jesús cae por tercera vez
Elie Wiesel, escritor, premio Nobel de la paz superviviente de Auschwitz, cuenta que un día, regresando del trabajo al campo de Auschwitz, encontraron en el patio a tres compañeros encadenados que iban a ser colgados. Uno de ellos, era un niño. Nada más entrar, se les fue colocando, con toda la parafernalia al uso, para que presenciaran tan macabra ejecución. Momentos antes de ser ahorcados, los dos adultos gritaron “viva la libertad”. El niño, en cambio, permaneció callado. Y, en ese momento, alguien que estaba detrás de Elie Wiesel preguntó: “¿Dónde está el buen Dios?, ¿dónde está?” Seguidamente se procedió al ahorcamiento del niño y de los dos adultos, retirándoles las sillas a las que habían sido aupados. “En el horizonte”, comenta, “el sol se estaba ocultando” en medio de un silencio absoluto. A continuación, comenzó el dramático y punitivo desfile de los prisioneros, entre lágrimas y sollozos, por delante de sus tres compañeros. Cuando le tocó el turno a él, los adultos ya habían expirado. En cambio, el niño, seguía agitándose. Aún vivía. Y así estuvo media hora, luchando entre la vida y la muerte, agonizando hasta morir, lentamente asfixiado, a causa de su escaso peso. En ese momento Elie Wiesel volvió a escuchar, detrás de sí, la misma pregunta de hacía unos minutos: “¿Dónde está Dios?”. “Sentí”, recuerda, “una voz que, saliendo de mí, respondía”: “¿Dónde está? Ahí está, está colgado ahí, de esa horca…“. ¡Dios está ahí, en esa cruz! Gracias Señor por no haberte bajado.
Octava Estación. Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén
En este mundo en el que vivimos hay quien no mira para otro lado ante el sufrimiento. Hay personas que sufren por ver a otros sufrir. Hoy son tantas y tantas las personas que a través de organismos caritativos de la Iglesia lloran, consuelan y actúan ante la injusticia. Jesús, en el mar de dolor de su pasión, olvidado de sí, sigue consolando a su madre, al discípulo amado, a Pedro y a las mujeres de Jerusalén. Edith Stein, Sor Benedicta de la Cruz, no sabía cómo consolar a Anna Reinach en el funeral de Adolf, su marido también filósofo como ellas, caído en el frente de Flandes en la II Guerra Mundial. Fue la viuda, profundamente creyente, la que con su serenidad consoló a Edith. Más tarde, cuando ya era carmelita, Santa Benedicta de la Cruz, dijo acerca de esta experiencia: “Fue mi primer encuentro con la cruz y el poder divino y el poder divino que transmite a sus portadores. Por primera vez vi delante de mí, al alcance de mi mano, la Iglesia nacida de la pasión del Redentor en su victoria sobre la muerte. Fue el momento en que se derrumbó mi incredulidad y resplandeció Cristo en el misterio de la cruz”.
Séptima Estación. Jesús cae por segunda vez
Vuelve a caer y vuelve a levantarse. Camino del Calvario Jesús va asumiendo las pasividades internas, lo que nos pasa por dentro: miedo, tristeza, angustia, hastío de la vida, ausencia de Dios, como en Getsemaní. Y también las pasividades externas, lo que nos hacen: envidia, injusticia, soledad, humillación, tortura, como en el juicio, en la flagelación o en la coronación de espinas. Somos expertos en la acción: programar, calcular, realizar y evaluar. Pero la fecundidad y el crecimiento se juegan en la pasividad: asumir, aceptar, encajar, tragar y perdonar. Y casi nadie y ni en la Iglesia nos enseñan el arte de la pasividad que es el arte de amar. “Al contemplar la “pasión” contemplamos cómo el Señor “entró en paciencia”. Sus seguidores, nosotros, tú que estás escuchando este podcast ahora, hemos de aprender qué significa “entrar en paciencia”, qué implica esto, a fin de conocerlo y amarlo mejor, para mejor imitarlo”, dice el papa Francisco. Jesús vuelve a caer y pacientemente vuelve a levantarse. Más tarde, aquel centurión, “viéndole morir así, exclamó: Verdaderamente éste es el Hijo de Dios”. Hay maneras de vivir y de morir que convierten. Jesús no se ahorró, asumió los costes que suponía encarnarse en una humanidad pecadora, lo asumió voluntariamente y como signo del mayor amor.
Quinta Estación. Simón de Cirene ayuda a llevar la Cruz de Jesús
Uno que pasaba por allí fue quien ayudó al Señor a cargar su cruz. La tomó de mala gana y forzado por los soldados romanos ante la debilidad de Cristo. El mundo necesita cirineos, personas que pasen al lado y que ayuden a los últimos, los más golpeados, a llevar su cruz. Como sostiene el Papa Francisco, santos de la puerta de al lado. Decimos con San Bernardo: “Estoy clavado en la Cruz con Cristo, costado contra costado, mis manos contra sus manos, mis pies contra sus pies, los mismos clavos que le atravesaron atravesándome a mí, nuestras sangres mezcladas en una sola”. La vocación cristiana, voluntarios veinticuatro horas, en el sacerdocio, en la vida consagrada, en la familia y desde el bautismo, es la respuesta de la Iglesia al dolor de la humanidad.