El bueno, el feo y el malo, viernes 24 de noviembre

Cuando parece que Cataluña nos va a dar un respiro antes de que arranque la campaña, cuando parece que podremos hablar al fin de asuntos comunes y de problemas graves que se mueren de incuria y silencio, de pronto aparece otro ombligo periférico hipertrofiado para acaparar toda nuestra atención. Porque esta semana hemos cambiado un nacionalismo por otro, el catalán por el vasco. España es un país original donde las energías del conjunto las despilfarramos en aquellas partes que invierten las suyas propias en distinguirse de España. El lucrativo negocio de ser antiespañol ha tenido esta semana en el cupo vasco su mejor ejemplo, que es tan viejo como las guerras carlistas y tan eficaz como el cambalache de vender votos por dinero. Claro que todo eso se hace a costa de la solidaridad entre todos los españoles, por muy constitucional que sea.