SANTORAL 11 ABRIL

El obispo que defendió la verdad y murió por condenar la corrupción

San Estanislao murió mártir a manos del rey Boleslao, a quien excomulgó. Como obispo, cuidó especialmente de los sacerdotes y los pobres

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La Señal de la Cruz siempre será la señal del cristiano. Su signo de identidad. A una semana del Viernes Santo la fuerza del Árbol Salvador del Calvario encuentra su prolongación en el derramamiento de Sangre al defender la Verdad, la única que nos hace libres. Todos los Santos que han blanqueado sus mantos en la Sangre del Cordero han participado de ese Supremo Sacrificio, como hoy, que celebramos a San Estanislao.

Nace cerca de Cracovia en Polonia. Sus padres consideraron este nacimiento como un verdadero regalo de Dios porque ya eran de edad avanzada. Su infancia siempre estuvo caracterizada por una educación cristiana. Tras cursar estudios en Polonia y París, se ordena sacerdote, siendo nombrado párroco de la Catedral, mostrando un gran celo pastoral y una santidad de vida.

Cuando el Obispo enferma, le señala como su sucesor de lo que él no se ve digno, pero al morir, todo el pueblo le aclama y no tiene más remedio que aceptar poniéndose en las manos de la Divina Providencia. Así empieza su Ministerio Episcopal que se prolongará durante siete años y en el que exhortó a los sacerdotes a vivir con fidelidad la misión a la que habían sido llamados. También cuidó las alocuciones que dirigía instruyendo al pueblo, y en su casa nunca faltaban los pobres, a los que atendió especialmente.

Pronto llegaron los problemas cuando el rey Boleslao, con el que se entendió bien en un principio, fue motivo de escándalo entre los súbditos. Su comportamiento corrupto saltó por todos los lugares. Ante las denuncias del Santo obispo y su consiguiente excomunión, el monarca decreta su muerte, asesinándole él mismo. Su culto se difunde rápidamente por toda Europa y Asia.

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