Madrid - Publicado el
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En este último día del mes de mayo, dedicado a María, cerramos con una Fiesta Mariana: La Visitación. Es San Lucas el que nos narra en el Evangelio cómo María, después de que hablase con Ella el Arcángel San Gabriel para anunciarle que iba a ser la Madre del Salvador y que su prima Isabel estaba encinta, se puso en camino y fue aprisa a la montaña, entrando en casa de Zacarías, donde saludó a Isabel.
En cuanto llegó salto la criatura de gozo en el seno de Isabel ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el Fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, saltó la criatura en mi vientre.
Respondió María con este Cántico: Mi alma engrandece al Señor. Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador. Porque ha mirado mi humildad. El Poderoso ha hecho obras grandes por mí. Su Nombre es Santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él dispersa a los soberbios de corazón y engrandece a los humildes.
Se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de Abrahán y su descendencia para siempre. La festividad se remonta al año 1263 cuando el General de la Orden Franciscana, San Buenaventura, la introdujo. Urbano VI la extendió a toda la Iglesia el 2 de julio del año 1389.
Con el tiempo se trasladó al último sábado de mayo. Desde la Reforma del Concilio se puso el 31 de mayo para culminar este mes Mariano. Se quitó de julio para hacerlo más acorde con la cronología de Lucas y que este Misterio fuese antes de nacer el Precursor el 24 de junio.