Madrid - Publicado el - Actualizado
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La popularidad del Santo de este día es grande gracias a su proceso de conversión. Se trata de San Agustín. Hijo de Santa Mónica, cuya festividad celebrábamos ayer, nace en Tagaste (África) el año 354. Su madre es la que le educa cristianamente porque el padre -Patricio- es pagano y no se preocupa apenas de él, aunque no se opone a la formación que le da Mónica.
El problema es que Agustín se convierte en hijo pródigo cuando se aleja de la Fe que había recibido y empieza caminos mundanos. Es esa realidad que no hace daño aparente, pero deteriora el alma en su trato con Dios. La madre no ceja en pedir con lágrimas por la vuelta del hijo. Él empieza a sentirse mal y busca algún consuelo que lo halla en el maniqueísmo.
Esta desviación doctrinal proviene del clérigo persa Manes. Este defiende que los pecados mortales no pueden perdonarse y que existe un dios bueno y otro malo. Un día Mónica entre tanto llanto tiene un sueño. Ella llora porque ve el barco que hay enfrente al suyo donde está su hijo. Y una Voz le profetiza: “No llores porque estarás con él”.
Ella se consuela pero Agustín lo interpreta como que su madre será maniquea y ella entiende perfectamente que Dios le habla de su hijo que volverá a la Fe. Algún tiempo después se encuentra en la noche oscura total, hasta un día cegado no ve sino falta de paz a su alrededor.
Ahí encuentra una Biblia y una Voz interior el invita a coger y leer. Es su proceso de conversión. Preparado como un catecúmeno más es bautizado por San Ambrosio en Milán, la Pascua del año 387. Posteriormente será nombrado Obispo de Hipona.
Su pastoreo lo compagina con el estudio de las Ciencias Sagradas y la Filosofía. Siempre se ha destacado que su reflexión cristianiza a Platón partiendo de sus principios para llegar a Único Dios Verdadero. Entre sus obras destaca la biografía de conversión con “Las Confesiones” y “ La Ciudad de Dios”. San Agustín muere el año 430.