San Blas
Hizo vida eremítica en una cueva en el bosque del monte Argeus, que convirtió en su sede episcopal
San Blas, abogado de dolencias de la garganta
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Enero y febrero son meses en los que surgen desde el Santoral figuras de la Iglesia que causan mucha devoción. Hoy, por ejemplo, recordamos a uno de los Santos que goza de mayor popularidad en el calendario cristiano: San Blas. Oriundo de Sebaste, en Armenia, su vida transcurre a lo largo de los siglos III y IV. Hombre dedicado a la medicina, trató sobre todo aquellas enfermedades relacionadas con la garganta.
Pero esto no era lo único que realizaba, puesto que el gran espíritu de fervor y de caridad, le impulsaba a ayudar a cambiar de vida a quienes vivían inmersos en el pecado. Todo esto sirvió para que la Providencia suscitase la aclamación del pueblo cristiano como Obispo, al estilo de entonces. El nuevo Prelado, al oír las atrocidades de Diocleciano en la persecución a los cristianos, oró y confortó a muchos, refugiándose en las montañas, hasta que él mismo fue descubierto por los perseguidores.
Conducido al Procurador, una innumerable multitud de cristianos y paganos, vitorean al Santo que les ha dado un ejemplo de Fe y valentía. Muchos son los milagros que había realizado, entre los que se encuentra la sanación de enfermos de la garganta. Por ejemplo, cuenta la historia que un niño se tragó una espina de pescado. La madre muy angustiada va en busca del Santo obispo que curará milagrosamente al pequeño.
Todo esto molesta a las autoridades que decretan la muerte del Obispo armenio. Al hacerle pasar por muchos suplicios cruentos antes de matarle, algunas mujeres recogen piadosamente restos de la sangre que ha derramado, motivo por el que son detenidas y decapitadas junto con San Blas en el año 316. El pueblo cristiano siempre le ha invocado como protector en las enfermedades de la garganta.