La familia y su profecía

La familia y su profecía
Madrid - Publicado el - Actualizado
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En este domingo después de la Navidad celebramos la fiesta de la Sagrada Familia. El Sirácida recuerda que Dios honra al padre y afirma el derecho de la madre (Eclo 3, 2-3). Y de ese proceder de Dios deduce un principio de buena conducta: "Quien honra a su padre expía sus pecados y quien respeta a su madre es como quien acumula tesoros".
Tras estas reflexiones iniciales, el autor dirige a los jóvenes unos consejos que son válidos en esta sociedad que decide dar a los mayores una muerte "por compasión": "Hijo, cuida de tu padre en su vejez y durante su vida no le causes tristeza. Aunque pierda el juicio, sé indulgente con él y no lo desprecies, aun estando tú en pleno vigor".
Con toda oportunidad, el salmo responsorial proclama: "Dichosos los que temen al Señor, y siguen sus caminos" (Sal 127). En una lista de buenas actitudes, san Pablo incluye un consejo semejante al del Sirácida: "Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso agrada al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan el ánimo" (Col 3, 20-21).
SIMEÓN Y ANA
En el evangelio de esta fiesta de la Sagrada Familia (Lc 12, 22-40) se evoca la purificación de María y la presentación de Jesús en el templo.
Además, en la escena aparecen dos personajes entrañables: Simeón y Ana. Representan a los profetas, que viven en oración prestando atención a los signos de su tiempo. Reconocen al Mesías en un niño que llega al templo. Bendicen a Dios y anuncian su presencia a quien les rodea. Tras los pastores de Belén, estos son otros "evangelizadores".
LO DIVINO Y LO HUMANO
Según el evangelio, después de cumplir lo prescrito por la Ley del Señor, la familia regresa a Nazaret. Habían cumplido sus deberes con relación a "lo divino". Y, llenos de ese espíritu, regresar al mundo de "lo humano". En ese ambiente transcurre la vida de Jesús.
Padre nuestro, creemos que la familia no es un problema: es una profecía. Todas las familias nos hablan de la importancia de la vida y del amor. Y todas ellas nos revelan tu presencia en nuestras vidas. Ayúdalas a vivir esa vocación. Amén.