“En Israel no he encontrado en nadie tanta fe”

Evangelio según san Mateo 8, 5-11 y comentario de José María Calderón, director nacional de OMP

Redacción Religión

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 Primera lectura  

Lectura del libro de Isaías 4, 2-6

 

 

Aquel día, el vástago del Señor será el esplendor y la gloria, y el fruto del país será orgullo y ornamento para los redimidos de Israel.

A los que queden en Sion y al resto de Jerusalén

los llamarán santos: todos los que en Jerusalén están inscritos para la vida.

Cuando el Señor haya lavado la impureza de las hijas de Sion

y purificado la sangre derramada en Jerusalén,

con viento justiciero, con un soplo ardiente,

creará el Señor sobre toda la extensión del monte Sion y sobre su asamblea

una nube de día, un humo y un resplandor de fuego llameante de noche.

Y por encimo, la gloria será un baldaquino

y una tienda, sombra en la canícula,

refugio y abrigo de la tempestad y de la lluvia.

 Salmo de hoy  

Salmo 121, 1-2.4-5.6-7.8-9

 

 

 R/. Vamos alegres a la casa del Señor.

¡Qué alegría cuando me dijeron:

«Vamos a la casa del Señor»!

Ya están pisando nuestros pies

tus umbrales, Jerusalén. R/.

Jerusalén está fundada

como ciudad bien compacta.

Allá suben las tribus,

las tribus del Señor. R/.

Según la costumbre de Israel,

a celebrar el nombre del Señor;

en ella están los tribunales de justicia,

en el palacio de David. R/.

Desead la paz a Jerusalén:

«Vivan seguros los que te aman,

haya paz dentro de tus muros,

seguridad en tus palacios». R/.

Por mis hermanos y compañeros,

voy a decir: «La paz contigo».

Por la casa del Señor, nuestro Dios,

te deseo todo bien. R/.

 Evangelio del día  

Lectura del santo evangelio según san Mateo 8, 5-11

 

 

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:

«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho».

Le contestó:

«Voy yo a curarlo».

Pero el centurión le replicó:

«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace».

Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían:

«En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos».