Via Crucis: La esperanza
Via Crucis: La esperanza
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Nuestra esperanza está en Cristo, porque en Él se ha completado ya lo que se nos ha prometido y que nosotros esperamos conseguir (San Agustín, Contra Fausto, 11,7)
1ª Estación: Jesús es condenado a muerte
El pueblo esperaba una liberación inmediata, fulgurante. Habían aguardado mucho tiempo en vano. Y habían puesto en Jesús sus ilusiones y esperanzas. Pero se sintieron defraudados por el profeta de Nazaret. Quizá por eso pidieron a gritos su muerte. Quizá por eso prefirieron a Barrabás. La esperanza de una vida mejor les impidió abrazar la esperanza de la vida verdadera.
2ª Estación: Jesús sale al camino con la cruz
El camino es una de las grandes metáforas de la vida humana. A través de los caminos, Abel, el nómada, se descubrió a sí mismo. En los caminos, también Abraham descubrió a su Dios. Caminando por el desierto, las tribus de Israel se descubrieron como pueblo elegido por Dios. También Jesús de Nazaret ha vivido por los caminos. También para morir tiene que ponerse en actitud caminante.
3ª Estación: Jesús cae por primera vez
En el camino de la esperanza humana, la primera caída es siempre la de la pereza. Así ocurrió en otro tiempo. La añoranza de las tierras de Egipto mantenía inmóviles a los antiguos esclavos. No le fue fácil a Moisés moverlos a abandonar la comodidad para echarse al riesgo de los caminos que se abrían en el desierto. Sin embargo, Jesús venció esta tentación. Y nosotros no podemos quedarnos instalados en la comodidad.
4ª Estación: Jesús encuentra a su madre
También María de Nazaret tuvo que salir una vez a los caminos en busca de Jesús. Su esperanza se le convirtió entonces en inseguridad. Lo encontró en el templo cuando era todavía adolescente, rodeado por los hombres de la Ley. Igual que ahora lo encuentra en las calles de Jerusalén, azuzado por los hombres de la Ley. También hoy, por los caminos del mundo, los buscadores de la Verdad, se encuentran con los hombres de la Ley.
5ª Estación: Jesús es ayudado por Simón de Cirene
"Los gozos y esperanzas de los hombres son también los gozos y esperanzas de los cristianos", ha dicho el Concilio Vaticano II. En realidad, también las tristezas y las angustias deberían sernos comunes. En el camino de la vida no podemos evadirnos de nuestra responsabilidad ante el dolor humano. También los hombres y mujeres de hoy esperan encontrar en cada uno de nosotros un Cireneo.
6ª Estación: La Verónica limpia el rostro de Jesús
Su nombre significa "verdadera imagen". Gracias a la leyenda, se ha convertido en símbolo de todos los seguidores de Jesús. Ellos saben que por todas partes pueden ir descubriendo las "semillas de la Palabra". Las encontrarán dondequiera que florezcan la verdad, la bondad y la belleza. Y, sobre todo, cuando alivien el dolor de sus hermanos. La osadía de la Verónica es un gran modelo para la esperanza cristiana. No nos permite desmayar en la búsqueda del rostro de Cristo.
7ª Estación: Jesús cae por segunda vez
En el camino de la esperanza, la segunda caída es la de la desesperación. Puede ser trágica o trivial. Se confunde con el desaliento de los que piensan que nunca podrán alcanzar la meta. Por eso abandonan el riesgo del caminar y buscan otras ocupaciones más placenteras. El pueblo de Israel sucumbió a esta tentación ante el anuncio de los exploradores enviados por Moisés a la tierra prometida. También Jesús debió de sentir esta prueba ante la dureza de los suyos. Nosotros abandonamos la llamada de la esperanza y nos "divertimos" con otros sucedáneos.
8ª Estación: Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén
El pueblo de Israel había sido llamado a vivir pendiente de las promesas de Dios. Durante el camino por el desierto había aprendido a vivir de la esperanza comunitaria. Las mujeres de Jerusalén son como la imagen del fracaso de todo un pueblo. Ellas recuerdan a Jesús que muchas veces las esperanzas de los pueblos mueren aplastadas por la opresión o por la rutina. Y Jesús lo siente por ellas y por el pueblo al que representan sin saberlo.
9ª Estación: Jesús cae por tercera vez
Hay todavía otro gran pecado que nos acecha en el camino de la esperanza: la tercera caída es la de la presunción. La altanería de los que piensan que ya han logrado todas las metas y por eso abandonan la fatiga del caminar. Apenas pasado el Mar Rojo, el pueblo de Israel quiso permanecer tranquilo entre las fuentes y palmeras del primer oasis. Jesús presenció muchas veces la satisfecha seducción de los suyos. También nosotros creemos haber llegado a la meta de la experiencia humana y de la vivencia religiosa. Hasta creemos que nunca ha habido cristianos mejores que nosotros.
10ª Estación: Jesús es despojado de sus vestiduras
Los fariseos ponían la santidad en las filacterias que añadían a sus vestidos. Jesús ha de soportar el ser desnudado públicamente. Las ropas y los vestidos no constituyen la grandeza de la persona. La esperanza no puede confundirse con el "tener": hunde sus raíces en la roca firme del "ser". La esperanza no brota del optimismo, sino que vive en la pobreza y la gratuidad. En el alma de los pobres y de los despojados.
11ª Estación: Jesús es clavado en la cruz
A los lados de Jesús crucificaron a dos malhechores. El tormento es el mismo, pero su suerte es diferente. El suplicio de la cruz a uno le hace perder la esperanza. Y al otro se la enciende en una plegaria: "Acuérdate de mí cuando estés en tu Reino". La realidad puede ser la misma para unos y para otros. La esperanza nos da unos ojos diferentes para ver más allá de la más dolorosa realidad. Precisamente por eso, la oración está siempre unida a la esperanza.
12ª Estación: Jesús muere en la cruz
En la mañana pascual, camino de Emaús, dos discípulos desilusionados confesaban abatidos: "Nosotros esperábamos que él fuera el libertador de Israel". Evidentemente, la muerte de Jesús en la cruz fue y es un momento de crisis para las esperanzas humanas. Pero él nos revela que era preciso recorrer el camino del dolor. Solo tras la escucha de la palabra del Resucitado y después de compartir su mesa, puede nacer la verdadera esperanza. Dichoso el que puede exclamar: "Salve Cruz, nuestra única esperanza".
13ª Estación: Jesús es puesto en brazos de su Madre
Poco antes de morir en la cruz, Jesús ha dejado a su Madre al cuidado del discípulo amado y ha confiado al discípulo a la atención amorosa de su Madre. Desde entonces, María es modelo para la esperanza de la Iglesia peregrinante. Por eso, el pueblo de Dios sigue invocándola con los nombres de "Vida, dulzura y esperanza". Junto a ella, el pueblo de Dios desea vivir en la fidelidad a la palabra de Dios y espera la glorificación de todo lo humano.
14ª Estación: Jesús es colocado en el sepulcro
Para Jesús, bajar al sepulcro fue la consecuencia lógica de su encarnación. El grano de trigo aceptaba pudrirse en el surco para producir nueva vida. Esa aparente derrota era la promesa de una primavera de nuevas mieses. Solo a partir de la resurrección será comprensible el camino de Jesús de Nazaret. Solo en la resurrección cobra aliento la inverosímil esperanza de los hombres. Porque Jesús es la esperanza y el esperado.
15ª Estación: Jesús resucita de entre los muertos
El primer día de la semana las mujeres que habían presenciado el sepelio de Jesús, acudieron muy de mañana al sepulcro con la intención de completar las unciones habituales. Pero encontraron vacía la tumba y a él no lo vieron. El ángel del Señor les preguntó: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado". Jesús lo había anunciado, pero sus discípulos no habían entendido aquella promesa. Y sin embargo, esa noticia es la raíz de nuestra esperanza.