Religión

Pablo Martínez de Anguita

Director de la revista Lands Care.

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La resurrección y el pájaro picapinos

¿Eres tú el jardinero? Es la primera pregunta de la Magdalena al ver al Resucitado

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Hoy Sábado Santo me he despertado temprano y frente a mi ventana, en un viejo chopo un pájaro carpintero, un pico picapinos (Dendrocoposmajor) estaba haciendo su nido. Me he quedado observándolo durante media hora. El tiempo en el que él trabaja: una vez que ya ha amanecido y  puede ver donde picar, y antes de que el calor ambiente se junte con el recalentamiento de su cabeza y no pueda seguir picando. Porque al pájaro carpintero se le recalienta su cabeza, y necesita refrigerarla tras cada  tacatacatacatacataca con el que perfora  la madera.

Un puñetazo de boxeador profesional lleva una aceleración de 58g, mientras que el pájaro carpintero golpea una madera con la cabeza entre 600 y 1.500 g, de veinte a veinticinco veces por segundo, con impactos secos que duran entre medio y un milisegundo.  Hasta el mejor boxeador quedaría grogi después de una aserie de golpes así, sobre todo si los diera con su cabeza.Sin embargo el pico picapinos hace su hogar tranquilo  golpeando un tronco con su pequeña cabeza, en la que posee además de un sólido pico taladradorunos globos oculares grandes, muy poquito líquido cerebroespinal y una sólida unión entre el cráneo y el encéfalo, lo que tiende a mantener estable este último durante las sacudidas1. Su cráneo, compuesto por placas óseas con uniones muy flexibles, absorbe bien la energía sobre todo gracias a su hueso hioides cuatro veces más grande que su pico, que rodeando su cabeza, asegura el cerebro como si fuera una especie de cinturón de seguridad, de modo que con sus músculos y ligamentos puede mantener este hueso firmemente sujeto a la mandíbula cuando produce el impacto. Increíblemente, una milésima de segundo antes de golpear el tronco, un reflejo le hace al picapinos cerrar las membranas nictantes, una especie de párpado adicional que le protege los ojos de los fragmentos de astillas al tiempo que le permiten seguir viendo. Y entonces golpea con una fuerza que puede alcanzar 24 megapascales, similar a la ocasionada por la explosión de una pequeña bomba. Pero, y aquí viene lo mejor,  al retirar la cabeza, la sobrepresión se reparte por el hueso hioides que rodea el cráneo y desciende rápidamente hasta desparecer, en forma de calor, sin que el golpe le afecte al cerebro. ¡Algo increíble!

Lo he observado y me ha resultado tan conmovedor que ahí me he quedado, pasmado durante más de media hora... conmovido. Verdaderamente me ha conmovido el espectáculo que se me ha regalado esta mañana.

Y entonces me he acordado del Evangelio de la Resurrección (Juan 20,15):

Jesús le dice: "Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas? Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: "Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré." Jesús le dice: "María!"

¿Eres tú el jardinero? Es la primera pregunta que le surge a María Magdalena en el encuentro con el Resucitado. Quizá porque la primera imagen que tenemos de Dios cuando  aún no lo percibimos con claridad es la belleza de su creación. Es bonito que la primera pregunta que surge ante Dios Resucitado es preguntarle si Él es el responsable de la belleza y el orden, de la vida y de la muerte de este jardín que cuidar y labrar.

Cada criatura tiene una función y ninguna es superflua. Todo el universo es un lenguaje del amor de Dios, de su desmesurado cariño hacia nosotros. El suelo, el agua, las montañas, todo es caricia de Dios», ha twitteado el Papa Francisco[2]. Todo es custodia de Dios, y nosotros custodios de su custodia.

A lo largo de toda esta primavera un diminuto y precioso “reyezuelo listado” (Regulusignicapilla), la segunda ave más pequeña europea, se ha peleado con el cristal de mi ventana para  poder entrar a mi cuarto y buscar larvas que comer (que no hubiera encontrado de haberle abierto). Y la semana pasada sobrevoló mi barrio madrileño un portentoso milano (Milvusmigrans). Es como si la naturaleza se hubiera desvergonzado y carente de todo escrúpulo llamara a nuestras puertas en este confinamiento recordándonos lo bella y hermosa que es, y que tras cada invierno viene una primavera, tras cada noche un día, y tras cada cuaresma una resurrección.

Cuando todo esto acabe, más de un político se va a llevar un sonoro canto de avutarda (Otis tarda). Si  no saben a qué me refiero escúchenlo..., no quedarán defraudados. Pero más allá de la búsqueda de responsables de la mala agestión de la crisis en algunos países como el nuestro, hay algo que no debemos olvidar.

Nos indica la ciencia[1] que murciélagos y pangolines han sido probablemente los huéspedes reservorios del SARS-CoV-2, es decir de esta zoonosis (dícese de cualquier tipo de enfermedad que un animal puede contagiar a un ser humano). Y que el 20% del comercio ilegal de especies protegidas se ejerce sobre este  extraño y bello mamífero de escamas y lengua hormiguera, que es el pangolín, de cuyas ocho especies dos se encuentran en “peligro crítico de extinción”. Cuando acabe este confinamiento, que acabará como las noches, las cuaresmas y los inviernos, tendremos una nueva oportunidad para saber cuidar y trabajar mejor este jardín regalado por el Jardinero Divino.

Yo cada mañana me levanto esperanzado por que oigo muchos tweets en mi ventana. Y de entre todos los pájaro que me dan los buenos días, mi favorito es el de la abubilla (Upupa epops), que en cada primavera como resucitada del invierno regresa de África a nuestros bosques y parece referirse a mí en cada una de sus llamadas en las que serio yergue su abanicada cresta naranja y canta: “Tú, tú, tú”... ¿Será Cristo quien me llama a través de su voz? Mientras dejemos que la naturaleza vuelva a rodearnos de sus “tweets”, probablemente lo estemos haciendo bien.

Que quienes tenemos esta certeza sepamos consolar a quienes han perdido a sus seres queridos, y a los que quedamos aquí, nos sirva para encontrar el camino perdido al Paraíso.

¡Feliz Pascua de Resurrección!

 

[1] Identifying SARS-CoV-2 related coronaviruses in Malayan pangolins. Revista Nature, marzo de 2020.

 

[1]¿Por qué el pájaro carpintero no sufre lesiones cerebrales? https://culturacientifica.com/2014/08/14/por-que-el-pajaro-carpintero-sufre-lesiones-cerebrales/

[2] Papa Francisco, tweet publicado en su cuenta oficial de Twitter por el día mundial de la biodiversidad.

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