El Papa Francisco, en la Jornada de la Palabra de Dios: "Jesús ha venido para liberar a pobres y oprimidos"

El Pontífice ha otorgado por primera vez los ministerios de catequistas y lectores, tanto a hombres como a mujeres. Entre ellas se encuentra la española Rosa María Abad León

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El Papa Francisco ha otorgado este Domingo 23 de enero, III Jornada de la Palabra de Dios, los ministerios de catequistas y lectores por primera vez, en un rito nuevo en la basílica de San Pedro tras cambiar el Código de Derecho Canónico.

Los nuevos lectores -dos hombres y seis mujeres- y catequistas -cinco hombres y tres mujeres-, llegados de varias partes del mundo como Perú o Brasil, se sentaron frente al altar papal y fueron llamados por su nombre para recibir el mandato. Entre ellas se encontraba la española Rosa María Abad León.

Después, el Papa entregó una Biblia a cada uno de los nuevos lectores, arrodillados ante él: "Recibe el libro de las Santas escrituras y transmite fielmente la palabra de Dios para que germine y fructifere en el corazón de los hombres", les emplazó.

Los catequistas recibieron una cruz como la pastoral de Pablo VI y Juan Pablo II, papas viajeros, subrayando el "carácter misionero" de su servicio: "Recibe esta señal de nuestra fe, cátedra de la verdad y de la caridad de Cristo, y anúncialo con la vida, la acción y la palabra", les instó el obispo de Roma.

Son los hombres y mujeres que ayudan en las misas o realizan un servicio en el altar, como ministras o dispensadoras de la eucaristía, algo en realidad bastante frecuente en las diócesis de medio mundo pero que Francisco ha institucionalizado y abierto a las mujeres por escrito, de forma oficial.

El Pontífice publicó en enero de 2021 el "motu proprio" "Spiritus domini" para modificar el Código de Derecho Canónico y abrir los ministerios de lector y acólito a las mujeres.

Francisco derogaba así lo ordenado por su antecesor Pablo VI, que en 1972 mantuvo el acceso a estos ministerios solo a los hombres, pues consideraba estos servicios eclesiásticos como una antesala a un eventual acceso a las órdenes sagradas o sacerdocio.

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Vuelve a ver la Santa Misa presidida por el Papa Francisco con motivo de la III Jornada de la Palabra de Dios

“Jesús ha venido para libertar a los pobres y oprimidos”

En su homilía, el Papa Francisco explicó que Dios "no es un tirano que se encierra en el Cielo, sino un Padre que sigue nuestros pasos.No es un dios neutral e indiferente, sino el Espíritu amante del hombre, que nos defiende, nos aconseja, toma partido a nuestro favor, se involucra y se compromete con nuestro dolor", afirmó.

Francisco abogó por "unir el culto a Dios y el cuidado del hombre" porque las Escrituras no sirven, dijo, para "mimarnos en una espiritualidad angélica" sino "para salir al encuentro de los demás y acercarnos a sus heridas".

En este sentido recordó el fenómeno migratorio del Mediterráneo: "Cuánto dolor sentimos al ver a nuestros hermanos y hermanas morir en el mar porque no les permiten desembarcar. Y esto, ¡algunos en nombre de Dios!", lamentó.

El Sucesor de Pedro ha remarcado que Jesús “ha venido para liberar a los pobres y oprimidos. De este modo, precisamente por medio de las Escrituras, nos revela el rostro de Dios como el de Aquel que se hace cargo de nuestra pobreza y le preocupa nuestro destino. No es un tirano que se encierra en el cielo, sino un Padre que sigue nuestros pasos. No es un frío observador indiferente e imperturbable, sino Dios con nosotros, que se apasiona con nuestra vida y se identifica hasta llorar nuestras mismas lágrimas. No es un dios neutral e indiferente, sino el Espíritu amante del hombre, que nos defiende, nos aconseja, toma partido a nuestro favor, se involucra y se compromete con nuestro dolor”, ha expresado.

Asimismo, se ha preguntado si realmente nuestra fe genera esperanza y alegría o “está determinada por el miedo”. Como respuesta, recuerda Francisco que Jesús nos indica de dónde debemos partir: de la Palabra.

“Ella, contándonos la historia del amor que Dios tiene por nosotros, nos libera de los miedos y de los conceptos erróneos sobre Él, que apagan la alegría de la fe. La Palabra derriba los falsos ídolos, desenmascara nuestras proyecciones, destruye las representaciones demasiado humanas de Dios y nos muestra su rostro verdadero, su misericordia. La Palabra de Dios nutre y renueva la fe, ¡volvamos a ponerla en el centro de la oración y de la vida espiritual!”, proclama.

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