El Papa rinde homenaje en Roma a la patrona de España, la Inmaculada Concepción: "Oh Virgen, eres como la yema y la aurora"
Cumpliendo con una tradición centenaria, el Papa ha hecho la ofrenda floral a la Virgen, frente a la Embajada ante la Santa Sede de España, después de la espectacular ofrenda de los bomberos romanos
El Papa y los bomberos de Roma rinden homenaje a la patrona de España
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La embajada española ante la Santa Sede, que es la misión diplomática más longeva del mundo, se ubica en la mismísima Plaza de España de Roma y, ante sí, tiene la imponente columna de la Inmaculada Concepción, coronada por la imagen de la Virgen. Es una muestra del respeto y de la unión histórica que nuestro país ha tenido siempre con la Iglesia Católica, dos historias que no se entienden la una sin la otra. Por eso, desde 1857, cuando Pío IX estableció el dogma y construyó el monumento a la Inmaculada frente a la embajada, todos los 8 de diciembre, el Santo Padre deja San Pedro, para postrarse delante de la Virgen y hacerle una ofrenda floral.
Papa Inmaculada
Los bomberos romanos rinden homenaje también
Antes, los bomberos de Roma, que también la veneran como patrona, suben con su escalera y colocan una corona de flores en el brazo de la imagen. La ceremonia y la veneración son de tal magnitud, que la Inmaculada le roba todo el protagonismo a la escalinata que aglutina miles de turistas cada día. León XIV, como llevan haciendo sus predecesores durante casi 170 años, ha acudido a su cita con la Virgen.
Una oración especial
Entre cánticos a esa imagen bañada por los tonos dorados del atardecer invernal de la ciudad eterna, el Papa depositó su ofrenda floral a los pies de la columna y, acto seguido, le dirigió la siguiente oración:
“¡Ave, María! Alégrate, llena de gracia, de esa gracia que, como luz gentil, hace radiantes a aquellos sobre quienes se refleja la presencia de Dios. El Misterio te envolvió desde el principio, desde el seno de tu madre comenzó a hacer grandes cosas en ti, que pronto requirieron tu consentimiento, ese «Sí» que inspiró muchos otros «síes». Inmaculada, Madre del pueblo fiel, tu transparencia ilumina Roma con luz eterna, tu camino perfuma sus calles más que las flores que hoy te ofrecemos. Muchos peregrinos de todo el mundo, oh Inmaculada, han recorrido las calles de esta ciudad a lo largo de la historia y en este año jubilar. Una humanidad probada, a veces aplastada, humilde como la tierra de la que Dios la moldeó y en la que no cesa de soplar su Espíritu de vida. Mira, oh María, a tantos hijos e hijas en los que no se ha apagado la esperanza: haz brotar en ellos lo que tu Hijo ha sembrado, Él, Palabra viva que en cada uno pide crecer aún más, tomar carne, rostro y voz. Que florezca la esperanza jubilosa en Roma y en cada rincón de la tierra, esperanza en el mundo nuevo que Dios prepara y del que tú, oh Virgen, eres como la joya y la aurora. Después de las puertas santas, que se abran ahora otras puertas de casas y oasis de paz en las que renazca la dignidad, se eduque en la no violencia, se aprenda el arte de la reconciliación. Venga el reino de Dios, novedad que tanto esperaste y a la que te abriste por completo, desde niña, desde joven y como madre de la Iglesia naciente. Inspira nuevas intuiciones a la Iglesia que camina en Roma y a las Iglesias particulares que en cada contexto recogen las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de nuestros contemporáneos, sobre todo de los pobres, y de todos los que sufren. Que el bautismo siga generando hombres y mujeres santos e inmaculados, llamados a convertirse en miembros vivos del Cuerpo de Cristo, un Cuerpo que actúa, consuela, reconcilia y transforma la ciudad terrenal en la que se prepara la Ciudad de Dios. Intercede por nosotros, que nos enfrentamos a cambios que parecen encontrarnos desprevenidos e impotentes. Inspíranos sueños, visiones y valor, tú que sabes mejor que nadie que nada es imposible para Dios, y que Dios no hace nada solo. Muéstranos el camino, con la prisa que un día movió tus pasos hacia tu prima Isabel y la inquietud con la que te convertiste en exiliada y peregrina, para ser bendecida, sí, pero entre todas las mujeres, primera discípula de tu Hijo, madre del Dios con nosotros. Ayúdanos a ser siempre Iglesia con y entre la gente, levadura en la masa de una humanidad que clama justicia y esperanza. Inmaculada, mujer de infinita belleza, cuida de esta ciudad, de esta humanidad. Muéstrale a Jesús, llévala a Jesús, preséntala a Jesús. Madre, Reina de la paz, ruega por nosotros.”
Papa León con los enfermos
Tras el acto, como también es habitual, el Papa ha saludado, uno por uno, a los enfermos que acuden de forma tradicional a recibir su bendición. Como novedad, lo ha contado nuestra corresponsal Eva Fernández, este año el Papa ha ido en el Papamóvil, regalándole a los asistentes un momento inolvidable.