El Papa León XIV se reúne con los cardenales y explica en su discurso el por qué del nombre elegido para el pontificado: "Otra revolución industrial"

Este sábado ha tenido lugar un encuentro con los miembros del Colegio Cardenalicio y el pontífice ha recordado la figura y legado del Papa Francisco

Vatican News

El Papa León XIV durante su reunión con los cardenales

Redacción Religión

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Desde que el pasado jueves el mundo conociese la noticia de que el cardenal Prevost ocuparía la silla de Pedro como el Papa León XIV, el pontífice ya tiene en agenda sus primeros compromisos públicos

La Oficina de Prensa de la Santa Sede ya ha anunciado las primeras actividades del Santo Padre. La primera actividad tuvo lugar el viernes 9 de mayo con una misa en la Capilla Sixtina, retransmitida en directo en TRECE junto a los cardenales en la que pudimos escuchar la primera homilía de Robert Prevost como León XIV. Continúan los encuentros el sábado 11 de mayo con una reunión privada junto a los miembros del Colegio Cardenalicio

EL DISCURSO DEL PAPA LEÓN XIV A LOS CARDENALES EN EL ENCUENTRO EL SÁBADO 10 DE MAYO 

La agenda del Santo Padre comienza a estar llena de encuentros y actividades, puedes leer aquí de forma íntegra, el discurso que ha dirigido a los miembros del Colegio Cardenalicio en una cita privada durante la mañana del sábado en el Vaticano, Roma

"Los saludo y les agradezco a todos por este encuentro y por los días que lo han precedido, dolorosos por la pérdida del Santo Padre Francisco, arduos por las responsabilidades afrontadas juntos y, al mismo tiempo, según la promesa que Jesús mismo nos ha hecho, ricos de gracia y de consolación en el Espíritu". 

Ustedes, queridos cardenales, son los más estrechos colaboradores del Papa, y esto me sirve de consuelo al aceptar un yugo que claramente supera no sólo mis fuerzas, sino a las de cualquier otro. Su presencia me recuerda que el Señor, que me ha confiado esta misión, no me deja solo con la carga de esta responsabilidad. Ante todo, sé que cuento siempre, siempre, con su auxilio, el auxilio del Señor, y, por su Gracia y Providencia, con la cercanía de ustedes y de tantos hermanos y hermanas que en el mundo entero creen en Dios, aman a la Iglesia y sostienen con la oración y las buenas obras al Vicario de Cristo.

Mi agradecimiento al Decano del Colegio Cardenalicio, el cardenal Giovanni Battista Re —merece un aplauso, al menos uno, si no más— que, con su sabiduría, fruto de una larga vida y de muchos años de fiel servicio a la Sede Apostólica, nos ha ayudado mucho en este tiempo. También agradezco al Camarlengo de la santa Iglesia romana, el cardenal Kevin Joseph Farrell —creo que está aquí presente—, por el valioso y difícil papel que ha desempeñado durante el tiempo de la Sede Vacante y la convocación del cónclave. Dirijo también mi pensamiento a los hermanos cardenales que, por razones de salud, no han podido estar presentes y, junto con ustedes, me uno a ellos en comunión de afecto y oración.

En este momento, a la vez triste y alegre, envuelto en la luz de la Pascua, quisiera que contempláramos el tránsito del recordado Santo Padre Francisco"

Papa León XIV en su discurso a los miembros en el Colegio Cardenalicio 

En este momento, a la vez triste y alegre, envuelto providencialmente en la luz de la Pascua, quisiera que contempláramos juntos el tránsito del recordado Santo Padre Francisco y el cónclave como un acontecimiento pascual, una etapa del largo éxodo a través del cual el Señor sigue guiándonos hacia la plenitud de la vida. En esta perspectiva, confiamos al «Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo» (2 Co 1,3) el alma del Pontífice difunto y también el futuro de la Iglesia.

El Papa, desde san Pedro hasta mí, su indigno sucesor, es un humilde siervo de Dios y de los hermanos, y nada más que esto. Lo han demostrado bien los ejemplos de muchos de mis predecesores, como el del Papa Francisco mismo, con su estilo de total dedicación al servicio y de sobria esencialidad de vida, de abandono en Dios durante el tiempo de la misión y de serena confianza en el momento del retorno a la Casa del Padre. Recojamos esta valiosa herencia y retomemos el camino, animados por la misma esperanza que nos viene de la fe.

Es el Resucitado, presente en medio de nosotros, quien protege y guía a la Iglesia, y continúa a reavivarla en la esperanza, a través del amor que «ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado» (Rm 5,5). A nosotros nos toca ser dóciles oyentes de su voz y ministros fieles de sus designios de salvación, recordando que Dios ama comunicarse, más que en el fragor del trueno o del terremoto, en «el rumor de una brisa suave» (1 R 19,12) o, como lo traducen algunos, en una “sutil voz de silencio”. Este es el encuentro importante, que no hay que perder, y hacia el cual hay que educar y acompañar a todo el santo Pueblo de Dios que nos ha sido confiado.

En los días pasados hemos podido ver la belleza y sentir la fuerza de esta inmensa comunidad que, con tanto afecto y devoción, ha despedido y llorado a su Pastor, acompañándolo con la fe y la oración hasta su encuentro definitivo con el Señor. Hemos visto cuál es la verdadera grandeza de la Iglesia, que vive en la variedad de sus miembros, unidos a su única Cabeza, Cristo «Pastor y Guardián» (1 P 2,25) de nuestras almas. Ella es el vientre en el que también nosotros fuimos generados y, al mismo tiempo, la grey (cf. Jn 21,15-17), el campo (cf. Mc 4, 1-20) que se nos ha entregado para que lo cuidemos y lo cultivemos, lo alimentemos con los Sacramentos de salvación y lo fecundemos con la semilla de la Palabra, de manera que, sólido en la concordia y entusiasta en la misión, camine, como una vez los israelitas en el desierto, a la sombra de la nube y a la luz del fuego de Dios (cf. Ex 13,21).

Y a este propósito, quisiera que renováramos juntos, hoy, nuestra plena adhesión a ese camino, a la vía que desde hace ya decenios la Iglesia universal está recorriendo tras las huellas del Concilio Vaticano II. El Papa Francisco ha recordado y actualizado magistralmente su contenido en la Exhortación apostólica Evangelii gaudium, de la que me gustaría destacar algunas notas fundamentales: el regreso al primado de Cristo en el anuncio (cf. n. 11); la conversión misionera de toda la comunidad cristiana (cf. n. 9); el crecimiento en la colegialidad y en sinodalidad (cf. n. 33); la atención al sensus fidei (cf. nn. 119-120), especialmente en sus formas más propias e inclusivas, como la piedad popular (cf. 123); el cuidado amoroso de los débiles y descartados (cf.n. 53); el diálogo valiente y confiado con el mundo contemporáneo en sus diferentes componentes y realidades (cf. n. 84, Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 1-2).

Se trata de los principios del Evangelio que animan e inspiran, desde siempre, la vida y la obra de la Familia de Dios; de los valores a través de los cuales el rostro misericordioso del Padre se ha revelado y continúa a revelarse en el Hijo hecho hombre, esperanza última de todos los que busquen con ánimo sincero la verdad, la justicia, la paz y la fraternidad (cf. Benedicto XVI, Carta enc. Spe salvi, 2; Francisco, Bulla Spes non confundit, 3).

Precisamente, al sentirme llamado a proseguir este camino, pensé tomar el nombre de León XIV. Hay varias razones, pero la principal es porque el Papa León XIII, con la histórica Encíclica Rerum novarum, afrontó la cuestión social en el contexto de la primera gran revolución industrial y hoy la Iglesia ofrece a todos, su patrimonio de doctrina social para responder a otra revolución industrial y a los desarrollos de la inteligencia artificial, que comportan nuevos desafíos en la defensa de la dignidad humana, de la justicia y el trabajo.

Queridos hermanos, quisiera terminar esta primera parte de nuestro encuentro haciendo mío ―y proponiéndoselo también a ustedes― el deseo que san pablo VI, en 1963, expresó en el inicio de su ministerio petrino: «Que sobre el mundo entero pase una gran llama de fe y de amor que ilumine a todos los hombres de buena voluntad, allanando los caminos de la colaboración recíproca y que atraiga sobre la humanidad, la abundancia de la benevolencia divina, la fuerza misma de Dios, sin cuya ayuda nada vale ni nada es santo»

Que sean también estos nuestros sentimientos y, con la ayuda del Señor, los traduzcamos en oración y compromiso. Gracias." 

rezo del regina coeli en el balcón central de san pedro el domingo 

El domingo 11 de mayo presidirá por primera vez el rezo del Regina Caeli desde el balcón central de la Basílica de San Pedro. Al día siguiente, lunes 12, se encontrará con trabajadores de los medios de comunicación en un gesto de cercanía con el mundo de la información tras la cobertura que el gremio ha llevado a cabo tras el comienzo del cónclave y hasta su elección por los cardenales, iluminados por el Espíritu Santo, como el nuevo sucesor de Pedro. El próximo viernes, 16 de mayo, León XIV  recibirá en audiencia al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede.

una fecha para la historia, 18 de mayo: misa para el inicio oficial del pontificado de león xiv 

El calendario de actividades continuará el domingo 18 de mayo con la misa para el inicio oficial del pontificado, que se celebrará a las 10:00 de la mañana en la Plaza de San Pedro. Dos días después, el martes 20, el Papa tomará posesión de la Basílica Papal de San Pablo Extramuros. El miércoles 21 dirigirá su primera Audiencia General, mientras que el sábado 24 se reunirá con la Curia Romana y con los empleados del Estado de la Ciudad del Vaticano.

El primer saludo del Papa León XIV

toma de posesión en san juan de letrán, san pablo extramuros y santa maría la mayor 

El domingo 25 de mayo presidirá nuevamente el Regina Caeli, y ese mismo día tomará posesión de las Basílicas Papales de San Juan de Letrán y de Santa María la Mayor, completando así los gestos simbólicos que lo vinculan con las principales iglesias de Roma.