El Papa asegura que la clave para erradicar el hambre pasa por "compartir" más que por "acumular codiciosamente"

La FAO, Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, se reúne en estos días en la cuadragésima cuarta conferencia de sesiones con representantes de todo el mundo

El Papa León XIV 

Rodrigo Simón Rey

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Casi mil millones de personas pasan hambre en el mundo y cada vez son más. Casi la mitad no pueden acceder a una alimentación saludable y digna por falta de recursos y, lo peor es que estas circunstancias son evitables. Según algunos estudios de la ONU, sería necesario invertir unos 500.000 millones de euros para acabar con el hambre en el mundo, uno de los objetivos de la Agenda 2030 y que cada vez parece más irrealizable. 

Por ponerlo en contexto, la inversión supondría destinar la mitad del PIB español a este fin. Es inasumible para un solo país, pero entre varios no parece tan inalcanzable. Los 32 aliados de la OTAN, por ejemplo, acaban de aprobar en La Haya un aumento de gasto en armas y defensa que asciende a casi 12 billones de euros más de lo que se gasta en la actualidad (alrededor de un billón y medio de euros), 24 veces más que la cifra que hace falta para acabar con una de las injusticias más terribles que suceden en el mundo. 

El Papa contundente ante la catástrofe del hambre

A este desequilibrio se ha referido el Papa en un mensaje que ha enviado a la 44ª conferencia de Sesiones de la FAO, el organismo de la ONU para luchar contra la crisis alimenticia: "Se desvían recursos financieros y tecnologías innovadoras en aras de la erradicación de la pobreza y el hambre en el mundo para dedicarlos a la fabricación y el comercio de armas".

FAO/Alessandra Benedetti

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Además, el Pontífice ha condenado el uso del hambre como arma de guerra que hemos visto en varios de los conflictos activos a lo largo del mundo: "Matar de hambre a la población es una forma muy barata de hacer la guerra. Por eso hoy, cuando la mayoría de los conflictos no los libran ejércitos regulares sino grupos de civiles armados con pocos recursos, quemar tierras, robar ganado, bloquear la ayuda son tácticas cada vez más utilizadas por quienes pretenden controlar a poblaciones enteras inermes. Así, en este tipo de conflictos, los primeros objetivos militares pasan a ser las redes de suministro de agua y las vías de comunicación. Los agricultores no pueden vender sus productos en entornos amenazados por la violencia y la inflación se dispara. Esto conduce a que ingentes cantidades de personas sucumban al flagelo de la inanición y perezcan, con el agravante de que, mientras los civiles enflaquecen por la miseria, las cúpulas políticas engordan con la corrupción y la impunidad."

Una injusticia que requiere acciones

La contundencia del Papa no se ha quedado ahí y ha expresado la urgencia ante una situación desesperada que pone de manifiesto el fracaso del proyecto que planteaba 2030 como una fecha clave para acabar con la desigualdad alimenticia: "Es perentorio pasar de las palabras a los hechos, poniendo en el centro medidas eficaces que permitan a estas personas mirar su presente y su futuro con confianza y serenidad, y no solo con resignación, dando así por zanjada la época de los eslóganes y las promesas embaucadoras."

El Papa se ha referido a la gran injusticia que supone que, un problema que tiene solución, siga siendo cada vez más grave: " La tragedia constante del hambre y la malnutrición generalizadas, que persiste en muchos países hoy en día, es aún más triste y vergonzosa cuando nos damos cuenta de que, aunque la tierra es capaz de producir alimentos suficientes para todos los seres humanos, y a pesar de los compromisos internacionales en materia de seguridad alimentaria, es lamentable que tantos pobres del mundo sigan careciendo del pan nuestro de cada día."