León XIV invita a imitar a Jesucristo, “el verdadero jardinero”, en el cuidado del planeta: "Si no es cuidador, el hombre se convierte en su devastador"
El Pontífice advierte de la ecología integral e invita a promover estilos de vida y políticas que protejan la dignidad humana y de toda la Creación
Madrid - Publicado el - Actualizado
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El Papa León XIV ha presentado una visión profundamente renovadora del encuentro entre Jesús resucitado y María Magdalena, ha interpretado el gesto de confundir al Señor con el “cuidador del jardín” como una revelación clave para comprender la misión de la humanidad en el mundo actual. Lejos de tratarse de un simple error, el Pontífice ha alegado que Cristo realmente sí que es “el verdadero jardinero”, aquel que inaugura una creación nueva y devuelve al ser humano su vocación original: cultivar y custodiar la tierra. Esta lectura ha sido descrita como una guía para afrontar la crisis ecológica que hoy atraviesa el planeta.
León XIV ha recordado que el relato evangélico describe con gran precisión que Jesús fue sepultado en un huerto, un detalle que ha señalado como revelador de la profundidad simbólica del acontecimiento pascual. Allí, en “la paz del sábado y la belleza de un jardín”, concluye la dramática lucha entre tinieblas y luz que comenzó con la traición, el abandono y la violencia sufrida por Cristo. Y allí mismo, ha afirmado, se consuma la misión confiada a la humanidad desde el Génesis: proteger y trabajar la creación. La última palabra de Jesús en la cruz, “está cumplido”, no marca solo el final de su vida terrena, sino la culminación de esta tarea primordial.
El Pontífice ha puesto en relación directa esta lectura bíblica con los desafíos ambientales de hoy. Ha mencionado, citando ‘Laudato si’, que la humanidad corre un riesgo real cuando abandona su vocación de cuidadores: “Si no es cuidador del jardín, el ser humano se convierte en su devastador”. Para León XIV, la fe en la Resurrección ha ofrecido una esperanza concreta frente a la degradación del planeta, una fuerza capaz de impulsar una auténtica conversión ecológica y de abrir el camino hacia una nueva armonía entre la creación y quienes la habitan.
Una espiritualidad ecológica que nace de la Pascua
El Papa ha confesado con contundencia que “el Paraíso no está perdido, sino encontrado”, invitando a mirar la Resurrección como el nacimiento de una espiritualidad de la ecología integral. Sin esta visión la fe corre el riesgo de desconectarse de la realidad, mientras que la ciencia puede quedar fuera del corazón. Para construir una verdadera cultura ecológica, ha citado 'Laudato si': no basta con respuestas técnicas o medidas urgentes; se requiere un cambio profundo que abarque pensamiento, política, educación, modo de vida y espiritualidad.
Según León XIV, esta transformación ha de impregnar todos los niveles de la vida humana y social. No es una reforma parcial ni un remedio rápido, sino una auténtica “resistencia” frente a los modelos destructivos que amenazan la casa común. En este contexto, ha presentado a María Magdalena como símbolo de esta conversión: su gesto de volverse hacia Jesús al oír su nombre ha expresado el giro radical que necesita la humanidad para reencontrar su misión.
Una conversión que cambia la historia
El Papa ha definido esta “conversión ecológica” como un proceso que nace en el corazón, pero que inevitablemente transforma la historia. No se trata de una experiencia privada, sino de un compromiso que ha asegurado solidaridades concretas capaces de proteger a personas y criaturas “de las ansias de los lobos”, imagen con la que se ha referido a los intereses depredadores que destruyen la naturaleza y vulneran a los más débiles.
León XIV ha destacado que este cambio ya está en marcha. Millones de jóvenes y adultos, creyentes y no creyentes, han escuchado “el grito de los pobres y de la tierra” y buscan una nueva armonía mediante un vínculo más directo con la creación. Citando el Salmo 18, ha recordado que la naturaleza misma proclama sin palabras la gloria de Dios, invitando a contemplar su lenguaje silencioso para despertar la responsabilidad común. El Papa ha concluido pidiendo al Espíritu Santo la capacidad de escuchar “la voz de quien no tiene voz” y ha advertido que sólo acogiendo nuestra tarea podremos acercarnos al jardín que Dios confía al mundo.