Omella define a Benedicto XVI como un maestro que mantuvo un diálogo "entre la fe y la cultura de hoy"

En la misa presidida por el arzobispo de Barcelona en la Sagrada Familia, el cardenal Omella ha destacado que tanto Benedicto XVI como Francisco tienen la misma "comunión de fe"

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El presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Juan José Omella, ha recordado al Papa emérito Benedicto XVI, como "un gran maestro que supo hacer un verdadero diálogo entre la fe y la cultura de nuestro tiempo". En estos términos se ha expresado el también arzobispo de Barcelona durante la misa que ha oficiado este sábado en la Sagrada Familia en memoria de Joseph Ratzinger, concelebrada por el cardenal y arzobispo emérito de Barcelona Lluís Martínez Sistach y otros miembros del presbiterado, y a la que han acudido 1.137 personas.

Omella ha pronunciado una homilía dedicada a Benedicto XVI en la que ha afirmado que "Dios dio al Papa Benedicto XVI una gran capacidad intelectual que desarrolló hasta el punto de ser reconocido como un gran maestro". El también presidente del episcopado ha destacado que Benedicto XVI era "un hombre discreto, humilde, con cierta timidez, pero esto no le impedía defender los valores del evangelio con valentía, fundamentando siempre sus posiciones".

Asimismo, ha asegurado que "él no imponía, él proponía con racionamiento, discreción, respeto pero con valentía, y lo hacía desde el respecto hacía los otros y sin miedo a lo que se pudiera sentir o pensar sobre él".

Ha dicho textualmente que algunos han intentado contraponer al Papa Francisco con Benedicto XVI, ante lo que ha defendido: "Es cierto que son dos maneras de actuar, pero tienen la misma comunión de fe y amor en Jesucristo y la misma reflexión". Omella ha explicado que las últimas palabras del Papa emérito antes de fallecer fueron "Dios te ama", y ha subrayado que supo transmitir con sus palabras y sus actos el valor de la plegaría.

"Lo recordamos de forma especial en la Sagrada Familia", ha resaltado, ya que Benedicto XVI consagró la basílica en noviembre de 2010, invitado por el cardenal y entonces arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach.

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