Ante los incendios los seminarios de Astorga, Zamora y Plasencia se convierten en refugios de esperanza en medio del desastre natural
En plena ola de incendios, la Iglesia abre sus puertas para acoger a familias que lo han perdido todo, transformando templos y seminarios en oasis de solidaridad y humanidad
Incendios
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Una ola de incendios sin precedentes ha arrasado en los últimos días amplias zonas de Castilla y León, Galicia y Extremadura, dejando tras de sí más de 100.000 hectáreas calcinadas, al menos tres víctimas mortales y miles de evacuados. En este escenario de devastación, la Iglesia ha abierto sus puertas para acoger a los afectados. Los seminarios de Astorga, Zamora y Plasencia han sido habilitados como refugios temporales, ofreciendo un techo y un respiro a quienes han perdido todo.
En Astorga, el seminario y el Acuartelamiento Santocildes han acogido a más de 4.000 personas, muchas de ellas con sus animales de compañía. "Llegamos aquí con lo puesto y el miedo aún en el cuerpo", comenta Ángeles, una de las evacuadas. "Nos han recibido con calidez y nos han dado lo que necesitábamos", añade Mónica, otra vecina desplazada. La situación en Zamora y Plasencia es similar, con instalaciones deportivas y religiosas convertidas en albergues improvisados.
La respuesta de la Iglesia no se limita a la acogida física. La Diócesis de Astorga ha emitido un mensaje de apoyo a todos los afectados, mostrando su solidaridad y compromiso en estos momentos de crisis. "Nos unimos en oración para que estos incendios sean extinguidos lo antes posible y para que los afectados encuentren consuelo y esperanza", expresaron desde la institución religiosa.
El incendio forestal de Molezuelas de la Carballeda (Zamora), que ha obligado a desalojar a unas 850 personas de cuatro pueblos zamoranos que han pasado la noche fuera de sus casas
"Una noche en vela"
La noche del 12 de agosto se convirtió en un verdadero infierno para los habitantes de Molezuelas de la Carballeda (Zamora) y otras localidades cercanas. Las llamas avanzaban de manera implacable, devorando bosques y campos a gran velocidad, y muchas familias tuvieron que abandonar sus hogares sin siquiera poder recoger pertenencias esenciales.
La confusión y el miedo eran palpables, y el sonido de los vehículos de emergencia y las sirenas llenaba el aire. "Los bomberos llegaron cuando ya teníamos las llamas en las casas. No sabíamos si podríamos rescatar algo de nuestro hogar", relata un vecino.
En medio de la desesperación, los residentes se aferraban unos a otros, formando cadenas de solidaridad que ayudaban a organizar la evacuación y a trasladar personas mayores y animales de compañía a lugares seguros.
El calor humano frente al fuego
Frente a la devastación causada por los incendios, la respuesta de la sociedad civil y la Iglesia se ha convertido en un verdadero ejemplo de solidaridad. En los seminarios de Astorga, Zamora y Plasencia, voluntarios y personal eclesiástico trabajan sin descanso para garantizar que los evacuados tengan acceso a comida, ropa, asistencia médica y apoyo psicológico.
Las instalaciones se han transformado en auténticos refugios de acogida, donde cada detalle cuenta para aliviar el trauma de quienes lo han perdido todo. "Lo que más necesitamos ahora es sentirnos acompañados, escuchar una voz que nos diga que no estamos solos", comenta Ana, una mujer que ha sido trasladada al seminario de Plasencia junto a sus dos hijos pequeños.
Además, la comunidad local ha coordinado actividades y espacios para que los niños puedan jugar y mantener cierta normalidad en medio del caos, mientras los adultos reciben orientación sobre cómo gestionar la pérdida y el estrés. Esta intervención humanitaria demuestra que, incluso en los peores momentos, el calor humano puede ofrecer un alivio invaluable frente al miedo y la incertidumbre.
Esperanza en tiempos de cenizas
A pesar de la magnitud de la tragedia, los seminarios y polideportivos convertidos en refugios se han transformado en símbolos de esperanza. No se trata solo de un techo o de comida caliente, sino de la posibilidad de reconstruir la vida desde la solidaridad y el acompañamiento. "Nos han dado más que un techo; nos han dado consuelo y la sensación de que todavía hay bondad en el mundo", comenta Juan, un joven evacuado de una zona rural de Zamora.
La Diócesis de Astorga ha reforzado su presencia con mensajes de apoyo y visitas constantes, mientras que voluntarios coordinan el envío de ropa, medicinas y productos de primera necesidad. La espiritualidad y la contención emocional se suman así a la ayuda material, generando un espacio donde los afectados pueden empezar a procesar el trauma y visualizar la reconstrucción.
En medio de la devastación, el gesto desinteresado de tantas personas, sumado a la capacidad de organización de la Iglesia, recuerda que incluso entre las cenizas puede florecer la esperanza, y que la unión de una comunidad es el antídoto más poderoso frente a la adversidad.