¿Quién fue el hermano marista Lycarion? Se ha convertido en beato en Barcelona
En el corazón de la ciudad Condal y en una ceremonia presidida por el cardenal Marcello Semeraro,Prefecto del dicasterio para las Causas de los Santos, ya es beato el mártir de la Semana Trágica de 1909
El cardenal Semeraro preside la misa en la que se ha convertido en beato el Hermano Marista
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Este 12 de julio de 2025, en la iglesia de San Francisco de Sales de Barcelona, el cardenal Marcello Semeraro pronunció una homilía con motivo de la beatificación de fray Lycarion May, un Hermano Marista suizo asesinado durante la Semana Trágica de 1909.
Su reflexión fue principalmente un análisis sobre la entrega de la vida, la educación como misión y el coraje de vivir el Evangelio hasta el final.
En su homilía para la beatificación de fray Lycarion (François Benjamin) May, el Cardenal Marcello Semeraro, Prefecto del dicasterio para las Causas de los Santos, destacó cómo la vida de este religioso suizo, asesinado en la Semana Trágica de Barcelona en 1909, fue un ejemplo de entrega y servicio.
Lycarion May, marista dedicado a la educación de hijos de obreros, encarnó el espíritu del Evangelio: dar la vida por los demás, frente al egoísmo y la violencia que aún sacuden al mundo.
Retrato del Hermano Marista Lycarion asesinado durante 1909
François Benjamin, el hermano marista que fue asesinado en barcelona
El cardenal comenzó recordando el contexto en que Lycarion May encontró la muerte: la Semana Trágica de Barcelona, entre el 26 de julio y el 2 de agosto de 1909. Fue un periodo marcado por violentas revueltas anticlericales, fruto de tensiones sociales, políticas y económicas que se habían ido acumulando en la ciudad y en toda España.
La leva de reservistas para la guerra en Marruecos, que afectó sobre todo a las clases trabajadoras, actuó como chispa para un profundo descontento social que pronto derivó en ataques a edificios religiosos, escuelas y conventos.
En medio de ese caos, Lycarion May, director del Patronato Obrero de San José, fue apresado y asesinado.
La suya, recordó Semeraro, fue una muerte violenta, fruto del odio y la incomprensión hacia todo lo que representaba: la educación cristiana, la presencia de la Iglesia en la sociedad y la opción de vida consagrada al servicio de los demás.