El cardenal Omella agradece la labor de los misioneros: “Muchos de ellos se juegan la vida”

El presidente de la CEE ha recordado el 200 aniversario del Domund, que surgió de la iniciativa de una joven laica francesa, Paulina Jaricot, que será beatificada el 22 de mayo

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Gracias a la entrega de los misioneros, el Evangelio llega a los lugares más recónditos de la tierra”, ha expresado el cardenal Juan José Omella, arazobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal Española, refiriéndose a la gran labor que llevan a cabo.

“Por dar a conocer a Jesús, muchos se juegan la vida”, ha reconocido el purpurado que ha recordado además el 200 aniversario del Domund, que implica a todos los bautizados en la misión universal


La Obra de la Propagación de la Fe surgió hace 200 años de la mano de una joven laica francesa, Paulina Jaricot, que será beatificada este domingo 22 de Lyon. Su obra marcó un antes y un después en la historia misionera de la Iglesia.

Este fue el germen de las otras Obras Misionales –Infancia Misionera y San Pedro Apóstol-, todas ellas iniciativas particulares. El Papa Pío XI las asumió como suyas hace hoy 100 años, y las declaró como Pontificias.
Los misioneros españoles se han unido a la celebración compartiendo lo que esta institución pontificia significa para la evangelización en el mundo. OMP España ha querido hacer un homenaje a sus fundadores a través del vídeo “A hombros de gigantes”.

Una revolución

Un 3 de mayo de 1822 Paulina Jaricot, con tan solo 21 años, revolucionó la misión de la Iglesia al implicar en ella a todos los católicos con su oración y donativos en la evangelización. Empezó con las obreras de la fábrica de su padre, formando grupos de 10 que rezaban por la misión y ofrecían sus donativos.

La evangelización no era solo tarea de los misioneros sino de todos los bautizados. Nacía así hace 200 años la Obra de Propagación de la Fe, germen del Domund, e inspiradora del resto de las Obras Misionales, que fueron naciendo poco después, aplicando el mismo esquema para diferentes dimensiones de la misión: Infancia Misionera para sostener el trabajo misionero con niños (cuyo fundador fue monseñor Charles de Forbin-Janson), y San Pedro Apóstol para sostener las Vocaciones Nativas (cuya fundadora fue Juana Bigard).

También un 3 de mayo, pero en 1922, el Papa Pío XI asumió a estas tres Obras Misionales como suyas y les dio el carácter de Pontificias, en el motu proprio Romanorum Pontificum. Las Obras, que hasta entonces habían contado con la aprobación, el aplauso y el impulso de la Santa Sede, se convertían oficialmente en una institución propia de esta, en el cauce y medio propuesto a todas las comunidades de creyentes para participar en la empresa misionera. Posteriormente, ya en 1956, se unió a ellas la Pontificia Unión Misional, fundada por el beato Paolo Manna, para la formación y la espiritualidad misionera.

Desde hace 100 años, la Santa Sede cuenta con OMP para mantener vivo el espíritu misionero de los católicos, y para sostener a la Iglesia en los 1.117 territorios de misión, especialmente a través de jornadas misioneras tan importantes como las del Domund, Infancia Misionera y Vocaciones Nativas.


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