Tomás, una "luz en el Camino" que acogió en su albergue en Manjarín a uno de los papas más queridos

En 'Diario de un Peregrino', Javier Escartín conoció a Tomás que lleva 30 años acogiendo peregrinos, peleando contra viento y marea por sostener este sueño en mitad de la nada

Por Santiago Tedeschi Prades

Tiempo de lectura: 2' Actualizado 16:12

En 'Diario de un Peregrino', Javier Escartín sigue conociendo historias mientras camina hacia Santiago de Compostela. Uno de los protagonistas del último episodio ha sido Tomás de Manjarín que ha construido su propio templo del Camino, un albergue sorprendente, diferente, peculiar, fuera de la norma. El pueblo de Manjarín es un lugar mágico del Camino Francés, es la primera localidad del Bierzo que pisa el peregrino y cuenta con un magnetismo especial para toda persona que recorra este Camino Francés.

Una atracción que se debe, en parte, por estar situado a apenas 2 kilómetros después de la mítica Cruz del Fierro. Y, por otra, por la presencia de Tomás, el Templario, el hombre que convirtió este sitio inhóspito en un lugar de acogida.

No siempre los peregrinos que llegaban a Manjarín podían contar con un café, un plato de comida o un lugar donde dormir. Manjarín era un lugar inhóspito, sin habitantes, que contaba con apenas un refugio en el que poder cobijarse. En medio de estas circunstancias, la presencia de Tomás y su albergue son una luz que ilumina, acompaña y acoge en medio del Camino.

Las visitas ilustres en el albergue de Tomás

“Aquí llevamos cumpliendo este servicio desde el año 1993, el mayor tiempo de mi vida en un mismo lugar. Este lugar estaba abandonado hasta que vine yo y construí un albergue de peregrinos. Empecé a recibir los peregrinos y pasaban 500-600 al día porque en 38 kilómetros no había nada. Hemos acogido unos 65 mil peregrinos de todo el mundo” le confiesa Tomás a Javier Escartín, nuestro peregrino que se está acercando cada vez más a Santiago.

Preguntado por cómo empezó todo esto, Tomás lo tiene claro: “Es algo que sale de dentro, yo me di cuenta de que había que cubrir una necesidad. Nuestro eslogan es “una luz en el Camino” porque fueron las primeras palabras que oímos a unos peregrinos al llegar aquí”.

Tomás obviamente tiene muchísimas anécdotas que contar tras casi 30 años acogiendo peregrinos: “La Infanta Cristina pasó por aquí y se tomó un té conmigo”. Pero entre la visita de personajes ilustres hay uno que seguramente le ha marcado. El Papa Benedicto XVI, en aquel entonces Card. Ratzinger, llegó con el equipo de canto de la Catedral de Múnich: “Se pusieron en el albergue a cantar todos”.

Más de 30 años acogiendo a peregrinos

También llegaron peregrinos desde lo más lejano: “Una vez vino un señor desde Japón andando, llevaba más de 9000 kilómetros y 9 años andando. O también un sacerdote que vino desde la iglesia más al norte del Círculo Polar Ártico”.

Siguiendo el espíritu de acogida y hospitalidad templaría, el refugio de Tomás funciona a base de donativos. Tomás lleva más de 30 años acogiendo peregrinos, peleando contra viento y marea por sostener este sueño en mitad de la nada. Recibe a golpes de campana a quienes deciden pasar la noche bajo su hospitalidad.

Algunos podrán tacharlo de loco, de soñador, pero son precisamente los soñadores como él los que hacen que el mundo, aunque sea a golpe de campana, suene cada día un poquito mejor.


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