Nota de los obispos de la Comisión para la Doctrina de la Fe
Nota de los obispos de la Comisión para la Doctrina de la Fe
Madrid - Publicado el - Actualizado
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"Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo" (Sal 42,3) es el título de la "nota doctrinal" que los obispos miembros de la comisión episcopal para la Doctrina de la Fe presentaron en la última comisión permanente de la CEE celebrada el pasado mes de junio, donde se aprobó el documento. Estas orientaciones doctrinales sobre la oración cristiana pretenden "mostrar la naturaleza y la riqueza de la oración y de la experiencia espiritual enraizada en la Revelación y Tradición cristianas, recordando aquellos aspectos que son esenciales; ofreciendo criterios que ayuden a discernir qué elementos de otras tradiciones religiosas hoy en día muy difundidas pueden ser integrados en una praxis cristiana de la oración y cuáles". Con ello, los obispos quieren "ayudar" a las instituciones y grupos eclesiales para "ofrecer caminos de espiritualidad con una identidad cristiana bien definida, respondiendo a este reto pastoral con creatividad y, al mismo tiempo, con fidelidad a la riqueza y profundidad de la tradición cristiana".
I. Situación espiritual y retos pastorales
II. Aspectos teológicos
III. Las espiritualidades que se derivan de estas doctrinas
1. Asimilación de la metodología del budismo zen
2. Espiritualidad desde la teología del pluralismo religioso
3. Cristo como simple ejemplo
IV. Elementos esenciales de la oración cristiana
1. La oración de Jesús
2. La enseñanza de Jesús sobre la oración
3. La meta de la oración cristiana
4. La forma eclesial de la oración
Conclusión
Madrid, 28 de agosto de 2019, fiesta de san Agustín de Hipona.
Presidente: Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Enrique Benavent Vidal, Obispo de Tortosa
Miembros: Excmos. y Rvdmos. Sres.
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NOTAS
[1] San Agustín, Confesiones, I. 1: CCL 27, 1.
[2] Cf. Catecismo de la Iglesia Católica (11 octubre 1992), 4.ª parte, n. 2558-2854; Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta a los obispos de la Iglesia católica sobre algunos aspectos de la meditación cristiana ? Orationis formas (15 octubre 1989); Consejo Pontificio de la Cultura y Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, Jesucristo, portador del agua de la vida. Una reflexión cristiana sobre la New Age (3 febrero 2003).
[3] Catecismo de la Iglesia Católica (11 octubre 1992), n. 1124.
[4] Los papas han aprobado importantes declaraciones de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre estas cuestiones: Declaración para salvaguardar la fe de algunos errores recientes sobre los misterios de la Encarnación y la Trinidad ? Mysterium filii Dei (21 febrero 1979); Declaración Dominus Iesus, sobre la unicidad y la universalidad salvífica de Jesucristo y de la Iglesia (6 agosto 2000). También la Conferencia Episcopal Española se ha pronunciado en distintas ocasiones sobre cuestiones relacionadas con la fe en Jesucristo: Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe, Cristo presente en la Iglesia. Nota doctrinal sobre algunas cuestiones cristológicas e implicaciones eclesiológicas (1992); Asamblea Plenaria de la CEE, Instrucción pastoral Teología y secularización en España (30 marzo 2006), especialmente los números 22-35; Id., Jesucristo, Salvador del hombre y esperanza del mundo. Instrucción pastoral sobre la persona de Cristo y su misión (21 abril 2016).
[5] Cf. San Juan Pablo II, Carta encíclica Redemptoris missio sobre la permanente validez del mandato misionero (7 diciembre 1990), n. 36; Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaración Dominus Iesus, nº 4; Id., Nota doctrinal acerca de algunos aspectos de la Evangelización (3 diciembre 2007).
[6] Cf. Benedicto XVI, Carta encíclica Spe salvi, sobre la esperanza cristiana (30 noviembre 2007), n. 22; Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta Placuit Deo, sobre algunos aspectos de la salvación cristiana (22 febrero 2018), nº 6.
[7] Sobre el pelagianismo y el gnosticismo actuales, cf. Francisco, Exhortación apostólica Gaudete et exsultate, sobre el llamado a la santidad en el mundo actual (19 marzo 2018), n. 36-62; Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta Placuit Deo, nº 3: "En nuestros tiempos prolifera una especie de neopelagianismo para el cual el individuo, radicalmente autónomo, pretende salvarse a sí mismo, sin reconocer que depende, en lo más profundo de su ser, de Dios y de los demás. La salvación es entonces confiada a las fuerzas del individuo, o de las estructuras puramente humanas, incapaces de acoger la novedad del Espíritu de Dios. Un cierto neo-gnosticismo, por su parte, presenta una salvación meramente interior, encerrada en el subjetivismo, que consiste en elevarse con el intelecto hasta los misterios de la divinidad desconocida".
[8] Muchas veces estas técnicas de meditación, como el mindfulness, intentan esconder su origen religioso y se difunden en movimientos que se podrían reunir bajo la denominación New Age, por cuanto se proponen en alternativa a la fe cristiana.
[9] Cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta Orationis formas, nº 28.
[10] Cf. ibid., nº 3: "La oración cristiana está siempre determinada por la estructura de la fe cristiana, en la que resplandece la verdad misma de Dios y de la criatura. Por eso se configura, propiamente hablando, como un diálogo personal, íntimo y profundo, entre el hombre y Dios".
[11] San Juan Pablo II, Carta enc. Redemptoris missio, nº 5.
[12] Cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta Orationis formas, nº 12.
[13] Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2603: "Su conmovedor "¡Sí, Padre!" expresa el fondo de su corazón, su adhesión al querer del Padre, de la que fue un eco el "Fiat" de su Madre en el momento de su concepción y que preludia lo que dirá al Padre en su agonía. Toda la oración de Jesús está en esta adhesión amorosa de su corazón de hombre al "misterio de la voluntad" del Padre (Ef 1, 9)".
[14] Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2804.
[15] Cf. Francisco, Exh. ap. Gaudete et exsultate, n. 154: "La súplica de intercesión tiene un valor particular, porque es un acto de confianza en Dios y al mismo tiempo una expresión de amor al prójimo? La oración será más agradable a Dios y más santificadora si en ella, por la intercesión, intentamos vivir el doble mandamiento que nos dejó Jesús. La intercesión expresa el compromiso fraterno con los otros cuando en ella somos capaces de incorporar la vida de los demás, sus angustias más perturbadoras y sus mejores sueños. De quien se entrega generosamente a interceder puede decirse con las palabras bíblicas: "Este es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por el pueblo" (2 M 15,14)".
[16] San Agustín, Carta 130, a Proba, 12.
[17] Ibid., 13.
[18] Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2656, 2609.
[19] Ibid., n. 2609.
[20] Ibid., n. 2610.
[21] San Agustín, Carta 130, a Proba, 14.
[22] Ibid., 10.
[23] Cf. Benedicto XVI, Carta enc. Spe salvi, n. 32. La oración es uno de los lugares privilegiados para el aprendizaje de la esperanza.
[24] Ibid., n. 11.
[25] Ibid., n. 27.
[26] Cf. ibid., n. 33: "[Agustín] define la oración como un ejercicio del deseo. El hombre ha sido creado para una gran realidad, para Dios mismo, para ser colmado por Él. Pero su corazón es demasiado pequeño para la gran realidad que se le entrega. Tiene que ser ensanchado. "Dios, retardando [su don], ensancha el deseo; con el deseo, ensancha el alma y, ensanchándola, la hace capaz [de su don]" (Homilía sobre la Primera Carta de San Juan)".
[27] Cf. ibid., n. 34: "Así nos hacemos capaces de la gran esperanza y nos convertimos en ministros de la esperanza para los demás: la esperanza en sentido cristiano es siempre esperanza para los demás".
[28] Libro de la Vida, cap. 8, 5.
[29] Ibid., cap. 22, 14.
[30] Manuscritos autobiográficos, manuscrito C, 25r-25v.
[31] El Papa Francisco, en la Exh. ap. Gaudete et exsultate, insiste en los mismo en varias ocasiones: "La oración es preciosa si alimenta una entrega cotidiana de amor. Nuestro culto agrada a Dios cuando allí llevamos los intentos de vivir con generosidad y cuando dejamos que el don de Dios que recibimos en él se manifieste en la entrega a los hermanos? El mejor modo de discernir si nuestro camino de oración es auténtico será mirar en qué medida nuestra vida se va transformando a la luz de la misericordia" (n. 104-105; cf. también n. 26; 100). Cf. Benedicto XVI, Carta enc. Spe salvi, 33: "Rezar no significa salir de la historia y retirarse en el rincón privado de la propia felicidad. En la oración, el hombre ha de aprender qué es lo que verdaderamente puede pedirle a Dios, lo que es digno de Dios. Ha de aprender que no puede rezar contra el otro. Ha de aprender que no puede pedir cosas superficiales y banales que desea en ese momento, la pequeña esperanza equivocada que lo aleja de Dios".
[32] Cf. Concilio Vaticano II, Decreto Apostolicam Actuositatem sobre el Apostolado de los laicos, 3.
[33] Cf. Francisco, Exhortación apostólica Evangelii gaudium, sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual, 8: "Sólo gracias a ese encuentro ?o reencuentro? con el amor de Dios, que se convierte en feliz amistad, somos rescatados de nuestra conciencia aislada y de la autorreferencialidad. ... Allí está el manantial de la acción evangelizadora. Porque, si alguien ha acogido ese amor que le devuelve el sentido de la vida, ¿cómo puede contener el deseo de comunicarlo a otros?".
[34] Catecismo de la Iglesia Católica, n. 171.
[35] Ibid., n. 2651.
[36] Ibid., n. 2663; Cf. Benedicto XVI, Carta enc. Spe salvi, n. 34: "Ha de estar guiada e iluminada una y otra vez por las grandes oraciones de la Iglesia y de los santos, por la oración litúrgica, en la cual el Señor nos enseña constantemente a rezar correctamente".
[37] Francisco, Homilía. Misa en el Parque de los Samanes (Guayaquil, 6 de julio de 2015).
[38] Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2653.
[39] Concilio Vaticano II, Constitución dogmática Dei Verbum, sobre la Divina Revelación, n. 25.
[40] Cf. Francisco, Exh. ap. Gaudete et exsultate, n. 149: "La oración confiada es una reacción del corazón que se abre a Dios frente a frente, donde se hacen callar todos los rumores para escuchar la suave voz del Señor que resuena en el silencio".
[41] Cf. San Ambrosio, Comentario sobre el salmo 1: CSEL 64, 7.9-10.
[42] Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2655.
[43] Concilio Vaticano II, Constitución dogmática Lumen Gentium sobre la Iglesia, 11.
[44] Cf. Francisco, Catequesis (15 noviembre 2017); cf. también Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2643: "La Eucaristía contiene y expresa todas las formas de oración: es la "ofrenda pura" de todo el Cuerpo de Cristo a la gloria de su Nombre (cf Ml 1, 11); es, según las tradiciones de Oriente y de Occidente, "el sacrificio de alabanza"".
[45] Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2683.
[46] Ibid., n. 2684.
[47] Ibid., n. 2700.
[48] Ibid., n. 2701.
[49] Ibid., n. 2704.
[50] Entre las prácticas de oración vocal recomendadas por la Iglesia hay que mencionar el rezo del Santo Rosario: San Pablo VI, Exhortación apostólica Marialis cultus, para la recta ordenación y desarrollo del culto a la Santísima Virgen María (2 febrero 19974); San Juan Pablo II, Carta apostólica Rosarium Virginis Mariae, sobre el Santo Rosario (16 octubre 2002).
[51] Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2712.
[52] Ibid., n. 2713.
[53] Cf. Francisco, Exh. ap. Gaudete et exsultate, n. 158-162: "La vida cristiana es un combate permanente? Para el combate tenemos las armas poderosas que el Señor nos da: la fe que se expresa en la oración, la meditación de la Palabra de Dios, la celebración de la Misa, la adoración eucarística, la reconciliación sacramental, las obras de caridad, la vida comunitaria, el empeño misionero".
[54] San Juan Pablo II, Homilía en IV Centenario de la muerte de Santa Teresa de Jesús (Ávila, 1 de noviembre de 1982).
[55] Carta Orationis formas, 28.
[56] Ibid.
[57] Ibid., 18; cf. Benedicto XVI, Carta enc. Spe salvi, n. 33: "[La oración] ha de purificar sus deseos y sus esperanzas. Debe liberarse de las mentiras ocultas con que se engaña a sí mismo: Dios las escruta, y la confrontación con Dios obliga al hombre a reconocerlas también? El encuentro con Dios despierta mi conciencia para que ésta ya no me ofrezca más una autojustificación ni sea un simple reflejo de mí mismo".
[58] San Ireneo de Lyon, Tratado contra las herejías, IV, 20, 7: PG 7,1037.
[59] Francisco, Exh. ap. Gaudete et exsultate, n. 149.
[60] Cf. ibid., n. 147: "La santidad está hecha de una apertura habitual a la trascendencia, que se expresa en la oración y en la adoración? No creo en la santidad sin oración".