¿Conoces la historia de Erik el belga, uno de los mayores ladrones de arte sacro?

En Castilla y León encontró el paraíso perfecto para perpetrar sus expolios, sobre todo entre los pequeños pueblos que contaban con un rico y valioso patrimonio artístico

¿Conoces la historia de Erik el belga, uno de los mayores ladrones de arte sacro?

Redacción Religión

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René Alphonse van den Berghe, conocido como Erik el Belga, fue uno de los más prolijos ladrones de arte en Europa durante el siglo XX. En España encontró el paraíso perfecto para perpetrar buena parte de sus expolios, un país con un rico y valioso patrimonio artístico.

Castilla y León fue una de las comunidades autónomas que más padeció a este ladrón de guante blanco. El caldo de cultivo que se daba en esta tierra era perfecto: inmenso patrimonio de gran valor y, además, diseminado por pequeñas localidades con población muy escasa. Erik el Belga fue ávido en descubrir que sus expolios en esta zona resultarían muy sencillos.

La ciudad de Toro (Zamora) vivió en la noche del 14 de mayo de 1981 un robo que ha pasado a formar parte de la historia. El ladrón, el lugar, las circunstancias que rodearon el suceso y las piezas sustraídas crearon poco menos que una leyenda de este acontecimiento.

“En la madrugada del 13 al 14 de mayo hicieron un agujero en la puerta de La Majestad -que por entonces no tenía techumbre- y accedieron a La Colegiata. En ese momento, tampoco disponía de sistemas de seguridad y alarmas como actualmente. Era muy fácil acceder con cierta simplicidad al tempo”, explica uno de los párrocos de Toro, Juan José Carbajo Cobos.

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¿Verdad o leyenda?

Una vez dentro de La Colegiata, los ladrones se encargaron de desvalijar buena parte de la sacristía. Eso sí, Erik el Belga siempre se defendió diciendo que él no robaba, sino que “ponía en valor el patrimonio que estaba descuidado”, apunta Juan José, buen conocedor del suceso por lo que le han contado sacerdotes y vecinos de Toro en los últimos tiempos.

Tan extravagante era el personaje que incluso pedía a sus acompañantes en los robos que le hicieran fotos durante el saqueo. En Toro, algunos dicen que la noche del robo en La Colegiata, Erik el Belga dejó una copa de champán y un billete de tren. ¿Verdad o leyenda?

Lo cierto es que todo lo que rodea la vida de este ladrón posee tintes surrealistas. Nunca fue sorprendido realizando un robo, ni detenido en flagrante delito y, aunque estuvo en prisión, también logró escapar. Y cuando volvieron a encerrarlo, negoció con la Policía para obtener la libertad a cambio de ayudar a recuperar parte del patrimonio anteriormente sustraído. Erik el Belga murió en Málaga en el 2020.

El motín de La Colegiata

“Robó parte del calvario de marfil y carey que es una obra magnífica, unas vinajeras de plata, parte de una custodia, y seis óleos sobre cobre de los que ahora hemos recuperado cinco…En fin, muchas cosas más”. Se da la curiosa circunstancia que los dibujos realizados por un joven monaguillo de La Colegiata y apasionado del arte, sirvieron para que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado identificaran las piezas sustraídas. Un detalle más: aquel joven monaguillo, Bernardo Medina, es hoy sacerdote en el arciprestazgo de Toro.

“Él como se acordaba perfectamente de las piezas, hizo los dibujos detallados de todo lo que se había robado y supuso para la Guardia Civil una gran ayuda. También hoy son de utilidad porque es la única muestra que tenemos de lo que se ha robado”, anota Juan José.

Tras este rocambolesco suceso, se interpuso la denuncia pertinente y buena parte del motín fue recuperado. Sin embargo, los cobres han sido localizados en Alemania donde se vendieron ilegalmente hace escasos años y el Estado los ha devuelto a La Colegiata de Toro en diciembre del 2021.

A día de hoy, estas piezas se encuentran en la cámara acorazada de La Colegiata de Toro, junto al tesoro del templo y de otras iglesias de localidades cercanas.

Regocijo de los toresanos

Cuatro de esas pinturas sustraídas y ahora recuperadas representan el Festín de Baltasar, el encuentro de Jesús con la samaritana, la Entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y la Expulsión de los vendedores del Templo, obras del pintor José de Paz Ribera, quien probablemente los realizaría durante su estancia en Toledo, entre 1724 y 1725. El quinto cobre representa a San Miguel Arcángel, según el modelo creado por Maarten de Vos y difundido por el grabador Hieronymus Wierix en la década de 1580; su autor posiblemente sea Cristóbal Vela Cobo, pintor andaluz del siglo XVII.

"Si la sustracción y la posterior ausencia de estas obras en su lugar habitual provocaban confusión y pesar, después de cuarenta años su devolución ha producido una inmensa alegría entre los toresanos y los miembros de la Iglesia diocesana, que agradecen los esfuerzos de los agentes de la Policía Nacional, del Ministerio y de aquellas personas que han contribuido a que los cobres se encuentren hoy en el lugar del que nunca debieron salir, para regocijo de todos", explica José Ángel Rivera de las Heras, delegado episcopal de Patrimonio.

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